Carles Puigdemont, Jordi Turull y Míriam Nogueras en una reunión

Carles Puigdemont, Jordi Turull y Míriam Nogueras en una reunión Junts EuropaPress

Manicomio catalán

Sin novedad en el frente

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Jordi Turull se reúne con unos cuantos alcaldes de Junts y parte de la prensa cree oír ruido de sables en la formación, lo cual lleva a los reunidos a declarar que nada de ruido de sables, que la reunión era para reafirmar la línea del partido (sea la que sea) y que, en definitiva, todo es para bien en el mejor de los mundos convergentes.

Pero uno, que es de natural desconfiado, se teme que, ante tanta afirmación de normalidad, haya algo que no funciona. Total, hace tiempo que casi nada funciona en Junts y que se oyen voces en el partido que claman por la sustitución de Puigdemont, el pequeño rey de Flandes, por alguien que esté más cerca y se entere mejor de cómo está el patio por aquí y por Madrid.

Gracias a Podemos (¡esos comunistas de mierda son también unos españolazos del copón!), el Congreso le ha tumbado a Junts su propuesta para que los asuntos de inmigración fuesen transferidos a Cataluña, pese a los esfuerzos en esa dirección de Pedro Sánchez (por la cuenta que le trae).

El partido por excelencia del no rotundo a todo y de dejar al presidente del gobierno colgando de la brocha ha encajado una negativa de esas a las que no está acostumbrado y se ha pillado un rebote del quince, muy bien interpretado, como suele, por la siempre contrariada Miriam Nogueras, que además se ha llevado, de propina, unos displicentes comentarios de Gabriel Rufián sobre Junts y su indudable encaje en la derechona internacional.

Juraría que Junts hace aguas desde cierto tiempo atrás. Y que está buscando desesperadamente la manera de sobrevivir mientras la matamoros de Ripoll le respira en el cogote a Turull, cuya madera de líder resulta más que cuestionable: recordemos que, años ha, cuando Tururull se hizo con un carguito en el ayuntamiento de Sant Cugat, el propio Pujol dijo que igual le quedaba un poco grande, y Papá Pitufo conocía a fondo a su tropa. Así pues, si hacer de segundón en un ayuntamiento te queda grande, más grande te quedará dirigir el partido, ¿no?

Sumemos las presuntas limitaciones de Turull a la existencia absurda del jefe de la tribu en su exilio dorado, cada día más ausente y aburrido, muriéndose por volver al terruño y con, como única compañía, un par de sicofantes (uno toca el flautín, el otro sisa) que le dan la razón en todo para no buscarse problemas, pues bastantes tienen con la justicia española (y en el caso del cleptómano Comín, con la justicia en general), y tendremos una cúpula francamente discutible (Nogueras ladra muy bien, pero aparte de eso…).

Las últimas novedades estratégicas surgidas de Can Tururull pasan por dejar de ser tan estrictos y abrir las puertas a los pactos con el PSC y, sobre todo, con Aliança Catalana (AC), de la que se propone levantarle el arresto (por facha) y tratarla como a cualquier otra asociación política. Yo creo que el PSC está puesto ahí para disimular las auténticas intenciones de Junts, que, en mi opinión, son las de poder pactar en el futuro con AC para formar gobierno nacionalista.

De hecho, no sé a qué venían tantas muestras propias de demócratas ofendidos con un partido que, en el fondo, no se diferencia tanto del de los nacionalistas de derechas de toda la vida de Dios (o de Pujol, que viene a ser lo mismo en este contexto). El racismo implícito en los convergentes se hace explícito en los de la señora Orriols, pero aparte de eso, no encuentro más diferencias entre unos y otros, pues coinciden en lo fundamental: el asco al español, al moro y al panchito (compatible con ir a misa los domingos).

AC es a Junts lo que Vox al PP. Tal vez la derecha española y catalana deberían ponerse de acuerdo para no desaparecer a manos de sus respectivos disidentes de extrema derecha. Dependerá de lo que ocurra en las próximas elecciones catalanas y españolas. Aunque bajo distinta bandera, PP y Junts tampoco son tan diferentes. Y ambos tienen claro que con la patria no se juega, pero con las cosas de comer tampoco.