Llevábamos tiempo sin saber nada del inefable Joan Carretero (Tremp, Lérida, 1955), pero ahora nos enteramos de que estaba preparando su regreso triunfal con una idea de bombero (independentista) fenomenal: crear un Parlament alternativo al de verdad que represente realmente a los catalanes, no como ese que está al lado del Zoológico, que, según él, es un parlamento español en el que no hay nada que rascar (ha aprovechado para recomendar a nuestros diputados que se dediquen a alimentar a los monos). El que fuera alcalde de Puigcerdá entre 1995 y 2003 y conseller del Tripartito entre 2003 y 2006 se ha tirado un tiempo para volver al candelero, pero lo ha hecho con un peasso de ideaca.
La propuesta del señor Carretero (un parlamentillo fake) resulta especialmente admirable (o absurda, según se mire) en el momento presente, cuando el independentismo está desarbolado, desmoralizado y embarcado en luchas fratricidas y cuando solo creen en la liberación del terruño Lluís Llach y Vicent Partal (hasta Cotarelo se ha bajado del burro). Según él, su Parlamento falso es el vehículo ideal para que nos tomen en serio en Europa (aunque reconoce no tenerlas todas consigo en ese extremo).
Supongo que los parlamentarios falsos serán como los de verdad y querrán cobrar por sus servicios, ligeramente más inútiles que los de esos que deberían estar arrojando cacahuetes a los monos del zoo. Así pues, no faltarán candidatos a formar parte de él, ya que está muy bien alcanzar la independencia, pero si se hace cobrando, la cosa está mucho mejor.
Lo que no ha dicho Carretero es de dónde saldrán los monises para remunerar convenientemente a todos esos padres de la patria. A fin de cuentas, la Generalitat, aunque no pase de ser una gestoría con pretensiones, cuenta con un presupuesto para pagar a nuestros diputados autonómicos pero, ¿quién va a apoquinar por los diputados falsos (o alternativos)?
No se le puede negar al señor Carretero una moral digna del Alcoyano en estos tiempos que corren. Teniendo en cuenta que los catalanes solo metemos la pata independentista cada 80 años, más o menos, lo más probable es que todos, incluido Carretero, criemos malvas para la próxima intentona (que deberá coincidir, como siempre, con un período especialmente desastroso de la historia de España). Pero a nuestro hombre eso no le afecta: hoy el Parlamento fake, mañana la independencia (o cómo tirar un dinero que no se sabe de dónde va a salir y hacer perder el tiempo a la población).
Yo diría que lo que más necesita Cataluña es dejar de echar euros al retrete en gastos que nos podríamos ahorrar. En ese sentido, aplaudo la decisión de Salvador Illa de cerrar nuestra oficina de exterior en Tel Aviv (sé que Netanyahu debe estar desolado, pero algo me dice que lo superará y que en cuanto haya masacrado a un millar de palestinos más volverá a ver la vida de color de rosa).
Ya sé que es una decisión para complacer a los comunes, pero ahora que ha cogido carrerilla, animo al señor Illa a que, de paso, proceda a chapar todas las embajadas catalanas en el extranjero, tan falsas y tan gravosas como el parlamento de Carretero, además de inútiles, ya que las naciones sin estado no necesitan embajadas para nada, como no sea para chinchar al país del que forman parte (para eso se las inventaron los gobiernos nacionalistas).
Como Illa es un sanchista (no sé si socialista) leal y no parece tener la menor intención de jorobar al Gobierno central, la única utilidad de nuestras falsas embajadas se ve deshabilitada.
Así pues, cerrémoslas todas e invirtamos el dinero que nos costaban en construir pisos para la población, que entre el precio de la vivienda (que ha subido tres veces más que los sueldos durante los últimos 20 años) y el ataque de los expats, no sabe, literalmente, dónde meterse.