Cualquiera diría que nuestros queridos lazis no ven la televisión ni van al cine y, por consiguiente, no están al corriente de la figura del undercover cop (que dicen los anglos) o el poli infiltrado.
Todas las policías del mundo recurren al poli infiltrado para aumentar su información sobre asociaciones delictivas que pueden dedicarse al crimen común o a actividades en contra del Estado.
Por eso no es de extrañar que la policía española infiltrara a principios de los años veinte a algunos de sus mejores elementos en grupúsculos independentistas catalanes para tratar de averiguar qué estaban tramando.
Ya puestos, alguno de nuestros undercover cops aprovechó para beneficiarse a alguna mauleta, o a varias, pues hubo uno que, si no recuerdo mal, batió el récord de seducción y, siempre pensando en la patria, intercambió fluidos con cuatro o cinco que luego se hicieron las ofendidas, aunque en su momento no hubo por parte del madero la menor actitud violenta para conseguir sus lúbricos objetivos, ya que la cosa fue absolutamente consensuada.
Asimismo, que se sepa, ninguno de nuestros undercover cops contagió algún tipo de enfermedad sexual a sus compañeras horizontales: nada que ver con la exportación de la sífilis a América en los lejanos tiempos de la conquista.
Y tampoco sucedió a la inversa, pese a que la higiene de ciertas representantes de la CUP ha sido objeto de controversia frecuente a lo largo de los años (todos recordamos a Anna Gabriel oliéndose el sobaco en el Parlamento catalán, aunque hay que reconocer que fue plantarse en Suiza y convertirse en un émulo de la difunta Françoise Hardy, hecha una señorita limpia, bien peinada, mejor vestida y probablemente oliendo a perfume del bueno, algo que no se podía captar en fotos e imágenes televisivas).
Que la policía se infiltra en grupos que pueden representar un peligro para el Estado es del dominio público, aquí y en la China Popular, como diría Josep Lluís Carod Rovira.
Así pues, ¿a qué viene esa absurda insistencia de nuestros procesistas en protestar por lo de los maderos españoles infiltrados en diferentes covachuelas trufadas de separatistas?
¿De dónde sale esa obsesión de que el ministro Grande-Marlaska vaya al Parlamento a dar explicaciones y a defenderse de cosas que son comunes y corrientes en cualquiera de los Estados que nos rodean?
Sí, chicas de la CUP y demás guardianes de las esencias y salvadores de la patria, la policía se infiltra en vuestras churrosas organizaciones, que no es que planteen un gran peligro para la sociedad española, pero más vale prevenir que curar.
Lo que deberíais hacer es alabar la extrema profesionalidad de esos muchachos que, durante meses, se comportaron como si fuesen de los vuestros, y lo hicieron tan bien que tardasteis una enormidad de tiempo en detectarlos.
Y, además, por el camino, como eran simpáticos y estaban de buen ver, os acostasteis con ellos sin coacción alguna por su parte, más allá de su, al parecer, innegable sex appeal.
¿No será eso lo que más os molesta y encocora? ¿Haberos acostado con el enemigo y, con bastante probabilidad, haber pasado un buen rato con él? ¿Os fuisteis de la lengua –en todos los sentidos– con los infiltrados y os sentís tontas y utilizadas? Es muy posible.
Y ya entiendo que no debe ser una sensación muy agradable, pues os iguala a la situación de la pobre chica que se enamora de un jeta del instituto que solo quiere echar un polvo y desaparecer.
Pero eso es dar por sentado que el infiltrado de turno no llegó a cogeros ningún cariño, como si fuese una máquina.
Chicas, una cosa es un undercover cop y otra un Robocop. O sea, que no es descartable que el madero en cuestión llegase a cogeros cariño. Lo que pasa es que, a la hora de elegir entre la amante y la patria, optara por esta, que es, además, la que le paga el sueldo.
En ese sentido, no me negaréis que su profesionalidad es muy superior a la vuestra.
Asumidlo, seducidas y abandonadas y lazis en general. La infiltración sufrida por el separatismo juvenil es lo más normal del mundo, como debiera saber cualquiera que participara en la batalla de Urquinaona, la toma del aeropuerto o el corte de carreteras.
Pedir explicaciones al Estado (opresor) es ridículo y constituye una pérdida de tiempo.
El ministro del Interior no os va a pedir disculpas, bastante ha hecho apartando al pobre coronel Baena de la comandancia de la Guardia Civil en Barcelona para no ofender a vuestros politicastros. Reconocedlo: hicisteis el panoli, no detectasteis la presencia del enemigo y hasta os lo tirasteis.
Y si el polvo estuvo bien, pues todo eso que os llevasteis. Así que a ver si dejamos de lloriquear y nos enteramos de cómo funciona un Estado, información que debería interesaros sobremanera, teniendo en cuenta que se supone que aspiráis a disponer de uno propio.