A veces uno se queja con los amigos de que ya no le resulta tan fácil encontrar temas para esta ridícula sección como en los buenos viejos tiempos del prusés, cuando los lazis, venidos arriba, estaban que se salían y cada mañana te ofrecían diversas posibilidades de tomártelos a chufla.

Cierto es que ahora hay días en los que te cuesta Dios y ayuda encontrar una historia que dé de sí, pero hoy no me puedo quejar, pues se me amontonan las chorradas del universo separatista.

Puede que, una por una, no se trate de hazañas de esas que hacen arder el pelo, pero todas juntas dan una idea bastante aproximada de la altura a la que se halla el proyecto de liberación del terruño, que es, por si hacía falta decirlo, la del betún.

Vamos a ver, ¿por dónde empezamos? Aunque ayer Guillem Bota ya dijo todo lo necesario sobre las pretensiones de Toni Comín de presidir el Consell de la República que él mismo ha contribuido notablemente a desvalijar, no puedo impedirme dejar constancia del pasmo que me produce el sujeto.

Ya lo odiaba medio Consell por autoritario, hay pruebas del dinero que se dejó de los infelices que sufragaban tan inútil institución en sus gastitos vacacionales (más pagar una multa de tráfico), la más elemental prudencia aconsejaba adoptar un perfil bajo con respecto al tocomocho de Cocomocho y buscarse la vida por otra parte: ha cambiado de camisa tantas veces que por una más no pasaría nada…

El único problema radica en encontrar una nueva camisa: es muy probable que ya no le queden y que solo disponga de la que lleva puesta, como Camarón cuando se veía obligada a partírsela en un bodorrio gitano.

Comín es incorregible: pese a sus trapisondas en el Consell, ampliamente demostradas, ahora pretende presidirlo. Lo entiendo: estará más cerca de los monises. ¿Pero de verdad cree que alguien le va a votar?

Igual sí, pues en el mundo lazi suceden cosas insólitas y la percepción de la realidad no es la misma que en el resto de la sociedad.

Fijémonos en esa delegación de la CUP que se ha ido a Venezuela a celebrar el tongo electoral del autobusero Maduro (se podrían haber llevado al autobusero Garganté, por lo menos, como muestra de solidaridad profesional) y a acusar a la Unión Europea de hacerle la puñeta al caudillo providencial para adular a los americanos y contribuir a la extensión del imperialismo yanqui.

¿Se puede ser más rancio y más zoquete? Yo creo que no. Y mientras tanto, entre el trascendental Procés de Garbí y las Tesis d'agost de su Lenin particular, Julià de Jòdar, la patria sin barrer.

Sin necesidad de ir a Venezuela, hay un energúmeno en Junts que la lía parda sin moverse del Empordà. ¿Han oído hablar de Roger Pinart, segundo teniente de alcalde de El Port de la Selva?

Este lazi de campanillas se distingue por su habilidad para el insulto y la amenaza, sin que los mandamases de su partido, Junts, hayan tenido a bien ponerle nunca en su sitio.

El tipo se pasó una buena temporada insultando al beato Junqueras y hasta a un miembro de su cuadrilla, Jaume Giró, pero ahora ha ampliado la base de odiados y la ha tomado con el periodista Quique Badía, a quien le ha tuiteado amables advertencias como: “¿Tienes el tabique nasal a punto, puto muerto de hambre?”.

No contento con eso, también ha tenido un recuerdo para su mujer: “Mantenido por señoras de higiene dudosa”. El ayuntamiento de El Port de la Selva, requerido por este diario, no ha tenido a bien decir ni pío al respecto: deben pensar que se trata de un peculiar rasgo de carácter del señor Pinart y que no hay nada que hablar.

Last but not least, nos queda el juicio del narcotraficante gallego Sito Miñanco, donde brilla con luz propia la presencia de Gonzalo Boye, cuya carrera ejemplar va de cooperar con ETA a hacerlo con el golpista Puigdemont, pasando por el narco.

Va a ser gracioso ver cómo trata de disimular sus mangutancias mafiosas aduciendo que es víctima del lawfare español, que se la tiene jurada por su compadreo con el independentismo.

Pero Boye es un titán comparado con el sacacuartos Toni Comín, los merluzos de la CUP y el matón de El Port de la Selva, así que, si me lo permiten, lo dejaré fuera de esta entrañable miscelánea y me lo guardaré para una columna dedicada a su augusta y alopécica persona.