Todos hemos visto esos memes en los que aparecen dos imágenes del mismo objeto: la primera es preciosa y la segunda es un asco. El texto suele ser algo como: “Cuando lo ves y cuando te llega por Ali Exprés”. Las promesas de Pedro Sánchez van un poco en la misma dirección. El hombre te promete el oro y el moro, pero cuando te llega lo teóricamente acordado, resulta que no tiene nada que ver con lo que se te ofreció en su momento.
Véase, sin ir más lejos, la (supuesta) cesión a la Generalitat de las competencias en inmigración. Los lazis, a los que el presidente del Gobierno se torea con un arte digno del difunto Manolete, se las prometían tan felices a la hora de jugar a ser un país de verdad y ya se veían rechazando a emigrantes indeseables (por diferentes motivos, incluido, intuyo, el de resistirse a aprender catalán), estableciendo cupos de acogida, expulsando a delincuentes multirreincidentes y, en suma, ejerciendo de nación fetén, con sus propias leyes y sus propias fronteras.
Pero luego resultó que la famosa cesión de competencias era limitada y que, en la práctica, el control de los que entran en territorio español seguirá estando, como marca la Constitución, en manos del gobierno central. Subtexto lazi: nos la han vuelto a dar con queso. Rebote de Tururull: ¡exijo plenas competencias como representante de una nación milenaria! Respuesta (muy catalana) de Sánchez: Ja en parlarem…
Supongo que nuestro querido presidente era plenamente consciente de que la Constitución le impedía transferir los asuntos de inmigración a una comunidad autónoma, pero hizo como que lo hacía para seguir contando con la bendición parlamentaria de Cocomocho y su pandilla. Sabedor, también muy catalanamente, de que qui dia passa, any empeny, el hombre promete lo que haga falta en casos de urgencia, confiando en que luego la realidad le pondrá en su sitio y no tendrá que cumplir nada de lo prometido.
Conociendo cómo se las gasta el sujeto, resulta pasmoso que los lazis piquen el anzuelo una y otra vez, aprovechando además cualquier ocasión para ponerse verdes unos a otros. En el caso que nos ocupa, Junts cree haber dado a ERC una lección de poderío institucional, pero ERC asegura que lo de Junts es un brindis al sol que no sirve para nada y que dejará las cosas exactamente como están. ¡I embolica que fa fort!
A todo el mundo se le ocurre (incluido Sánchez) que el control de la inmigración es una prerrogativa del Estado que no se puede dejar en manos de una de nuestras más pretenciosas taifas, pues significa reconocer de facto la independencia del terruño de turno, Cataluña en este caso. Comprendo que al lazismo le haga ilusión controlar ese negociado por dos motivos: seleccionar quién entra (duro con esos sudacas convencidos de acceder a territorio español, estando pues exentos de aprender la bella lengua de mosén Cinto: recordemos cómo el felizmente olvidado Àngel Colom priorizaba la entrada de árabes sobre americanos porque los veía más porosos para lo del catalán y para otros asuntos en los que no entraré) y adoptar una postura firme en la expulsión de delincuentes foráneos recalcitrantes.
De la misma manera que el PP sufre la competencia de Vox para lo más radical, Junts tiene que aguantar la incipiente pujanza de Aliança Catalana, cuya líder, Silvia Orriols, alcaldesa de Ripoll, es una fascista catalana antiespañola y matamoros que recuerda al gran WC Fields cuando dijo aquello de: “Yo no tengo prejuicios, odio a todo el mundo”. La derecha (y Junts es un partido de derechas, como todo el nacionalismo catalán, incluyendo a ERC, pandilla de carlistones meapilas, y hasta a la CUP, antisionistas supremacistas disfrazados de solidarios y súper empáticos con los parias de este mundo), cuando no se le ocurre nada más para disimular su intolerancia (y su incompetencia), siempre la toma con los extranjeros: es un clásico.
La Generalitat, como corresponde, se va a quedar con los flecos de la inmigración, pero no podrá poner en marcha sus grandes planes al respecto (aunque Orriols ya ha pedido la delegación del tema a los ayuntamientos para poder poner en su sitio a los moros que la atormentan: aquí el que no corre, vuela).
En la práctica, la Cataluña catalana compartirá competencias con las demás comunidades autónomas, con lo que su plan de ejercer de país de verdad se va a ir, una vez más, al carajo. ¡Nuevo triunfo del Trilero Mayor del Reino, que ya debe estar barruntando nuevas maneras de llevarse al huerto a los badulaques patrióticos que lo sostienen!