Como Pepe Isbert en Bienvenido, mr. Marshall, Pere Aragonès nos debe una explicación y yo no sé si nos la va a dar o no, pero la cosa debería ir, más o menos, de esta guisa: “Queridos independentistas: yo voy a acudir al paripé entre Sánchez y Macron, presidentes de los dos países que nos oprimen, por responsabilidad institucional y porque quiero que los traidores del PSC me ayuden a aprobar los presupuestos de este año, que ya vamos tarde. Pero vosotros, la clase de tropa (e incluyo a los militantes de mi propio partido), os tenéis que manifestar contra la cumbre franco-española y dar convenientemente la chapa por las calles de Barcelona junto a la CUP, la ANC, Òmnium Cultural y la Banda del Fugitivo (de la que me libré hace un tiempo y que cada día me odia más). Pese a lo que pueda parecer, no incurro en ninguna contradicción, como ya ha expresado mi portavoz, Patricia Plaja, según la cual, mi asistencia al contubernio franco-español y la participación en la manifestación de militantes y votantes de ERC son actividades complementarias y, prácticamente, solidarias. Y el que las considere una incoherencia de padre y muy señor mío, es porque me tiene manía”.

Pere Aragonès ha hecho caso omiso a quienes le exigían que se ausentara de la cumbre hispano- francesa del próximo día 19 en Barcelona. Según Junts x Puchi, Òmnium, la CUP y la ANC, el presidente de la Generalitat no podía bendecir con su presencia un acto que consideraban prácticamente colonial. La afirmación del ministro Bolaños de que el prusés está muerto y enterrado les ha sacado de quicio, obligándoles a asegurar algo en lo que ni ellos mismos creen: que el prusés está más vivo que nunca y, en realidad, solo ha dado sus primeros pasos hacia la inevitable victoria. Les conviene creerlo, evidentemente. Sobre todo, al Hombre del Maletero, que ya me diréis qué hace si se queda sin lo único que justifica mínimamente su existencia. Pero lo mismo puede decirse de los mandamases de la CUP, Òmnium y la ANC, cuyos sueldos dependen menos de la ansiada independencia que de un proceso eterno hacia ella. Pese a todo, es indudable que la actitud adoptada por el Petitó de Pineda exige grandes tragaderas al lazismo: o se está por la independencia del terruño o se acepta el papel de comparsa regional en una cumbre entre dos países de verdad, pero nuestro hombre, siempre en busca de la cuadratura del círculo, ha tenido el cuajo de ejercer de convidado de piedra en una fiesta para personas mayores mientras, al mismo tiempo, azuza a las masas a que la líen en la calle contra Sánchez, Macron y él mismo, por mucha cara de circunstancias que ponga cuando les tenga que estrechar la mano a ambos. Dice el refrán que no se puede estar a la vez en misa y repicando, pero Aragonès nos acaba de demostrar a todos que, según su peculiar sentido de la lógica, tal cosa es perfectamente posible, de la misma manera que ERC es un partido antisistema y, al mismo tiempo, un partido institucional que se divide entre los que componen el gobiernillo y el populacho que los vota: los primeros, a recibir a Sánchez y Macron; los segundos, a abuchearlos por las calles de Barcelona. Y lo más curioso es que a Sánchez, probablemente, la maniobra le parecerá lo más normal del mundo, acostumbrado desde hace tiempo a que ERC haga una cosa y la contraria (Macron ni debe saber qué es eso de ERC), siempre atendiendo a la conveniencia del momento.

Definitivamente, la coherencia está sobrevalorada en la España actual. Sánchez empezó diciendo que nunca pactaría con Bildu, ERC y demás enemigos del Estado y que no dormiría tranquilo cohabitando en el Gobierno con los de Podemos, y acabó pactando con los separatistas y durmiendo como un lirón junto a los de Podemos. Aragonès dice que trabaja infatigablemente por la independencia, pero se apunta a un jolgorio entre Estados opresores por esa relación especial que mantiene con el PSOE y que, según él, es perfectamente compatible con la autodeterminación de Cataluña.

Pepe Isbert nunca llegó a dar una explicación razonable a los habitantes de Villar del Río, pero la que nos ha dado Aragonès, por persona interpuesta, para ejercer de doctor Jekyll y el señor Hyde simultáneamente no hay quien se la trague, francamente.