En la arenga de presentación de su pre campaña electoral, a Salvador Illa se le ocurrió citar a Pasqual Maragall, lo cual no ha sido del agrado del hermanísimo, que aprovecha la más mínima para cargar contra el PSC, partido en el que se pasó la vida hasta que experimentó la epifanía que le llevó a hacerse independentista de la noche a la mañana (Illa también habló de Montilla, pero eso parece que al Tete le da lo mismo). Sobreactuando de mala manera, Ernest Maragall ha pedido a Illa en particular y al PSC en general que dejen de citar a su hermano y hagan como si nunca hubiera existido y jamás hubiese llegado a alcalde de Barcelona y a presidente de la Generalitat, como si él fuera el propietario del copyright.

Apropiarse de una figura destacada del socialismo catalán, aunque se trate de tu hermano --el listo de la familia, aquel que, con su sola presencia, potenciaba tu imagen de político gris y mediocre--, es muy poco elegante. Especialmente porque en su momento, estando ya enfermo Pasqual, el Tete no tuvo reparo en pasearlo por aquelarres independentistas para dar la impresión de que el ex alcalde y ex presidente bendecía su cambio de chaqueta.

Uno tiene la impresión de que hay algo más que una supuesta defensa de la figura de un hermano indefenso en la actitud del Tete. En las buenas familias barcelonesas hay de todo y los Maragall no son una excepción (siendo como soy, tuve cierta amistad con Pau, el difunto hermano yonqui e inolvidable Pau Malvido de la revista Star). Unos brillan con luz propia (Pasqual) y otros se metieron en el ayuntamiento en la época de Porcioles para asegurarse el condumio (Ernest), aunque ahora digan que intentaban combatir al sistema desde dentro: el Tete no ha luchado contra el sistema en su vida, pasando desapercibido durante el franquismo y sumándose al soberanismo (el nuevo sistema) a ver qué pillaba. Con Pasqual fuera de combate, puede que el Tete piense que ahora el único Maragall del que hay que hablar es él, aunque sea un medrador tardío (o un late bloomer, si le suena mejor).

Yo entendería que no se pudiera mentar en su presencia a Manuel Valls, que es el hombre que le sopló la alcaldía de Barcelona, pero Pasqual, como él mismo dice, pertenece a Cataluña. Y al PSC, aunque eso ya no lo dice. Si el socialismo catalán no puede rememorar a uno de sus miembros más brillantes, ¿quién tiene derecho a hacerlo? ¿Acaso el hermano del interfecto, que vivió siempre a su sombra y nunca tuvo ni la décima parte de su carisma? ¿No debería ser el Tete quien se abstuviera de criticar al partido en el que militó años y años, hasta que vio que igual se pillaba más cacho en el underworld separatista, donde, por el mismo precio, se podría quitar de encima la ominosa carga moral de su hermano y ser él mismo, significara eso lo que significase?

Hace años vi por televisión a una ex esposa del cómico Andrés Pajares que blasonaba de su recién logrado divorcio y clamaba: “Por fin soy yo misma. Por fin soy Chonchi Alonso”. ¿Y quién es Chonchi Alonso?, me pregunté yo en su momento… Enhorabuena, Tete, ¡ya eres tú mismo, ya eres Chonchi Alonso!