En ERC ya no saben qué hacer para seguir marcando distancias con sus socios de gobierno y, al mismo tiempo, tratar de chincharles todo lo posible. En ese sentido, la última maniobra del vicepresidente Aragonès se me atoja magistral: proponer a los pedecatos, herederos naturales de los convergentes, que se sumen a los republicanos para ejercer la acusación popular contra los involucrados en el turbio (aunque rentable) asunto del 3%. Es como haberle pedido en su momento a Ronald Biggs que llevara a juicio a sus compinches en el célebre atraco al tren de Glasgow que tanta tinta hizo correr en los ya lejanos años 60.
Todo el mundo sabe (y Aragonès el primero) que hay convergentes de los tiempos del 3% en el actual PDeCat y en el inminente partido dirigido por presidiarios, talibanes y presidiarios talibanes que se está sacando de la manga Carles Puigdemont estos días desde su apacible retiro belga. Es decir, que en toda la post-Convergència abundan los mismos perros con distintos collares y que, siguiendo con el refranero, la propuesta del vice se parece mucho a mentar la soga en casa del ahorcado.
Con lo que tal vez no contaba Aragonès es con el legendario cinismo que ha distinguido desde siempre a los convergentes, se llamen como se llamen y sin importar el color de la bandera de conveniencia que ondeen en cada momento. Cinismo del bueno es el que ha exhibido la desastrosa portavoz del gobierno, Meritxell Budó, al decir que pensará muy seriamente la sugerencia del vicepresidente, ya que antes de sumarse a la moción tiene que cerciorarse de que los del 3% causaron a la Generalitat y a Cataluña esos perjuicios de que se les acusa. Dejaremos pasar de momento los perjuicios a Cataluña, algo que han de dictaminar los jueces, pero los perjuicios a la Generalitat como institución son ya indudables desde el lejano día en que un Maragall preAlzheimer acusó en sesión parlamentaria a los convergentes de tener un problema llamado 3%.
Tengo curiosidad por ver qué dice Chis Torra ante la ocurrencia de su querido adlátere. Intuyo que no le va a hacer mucha gracia y que optará por una de estas dos explicaciones:
1/ Lo del 3% es una invención de los socialistas, en particular, y de los enemigos de Cataluña en general, que se agarran a cualquier patraña con tal de amargarles la vida a los independentistas. ¿Acaso no se han inventado ya que los Pujol y su prole constituían una banda criminal, cuando todos los buenos catalanes saben que esa benemérita familia lo ha sacrificado todo por la patria, hasta el punto, como dijo la sufrida matriarca ahora hospitalizada (no descartemos que la empujara escaleras abajo el mismo agente del CNI que atropelló a Muriel Casals y acosaba en patinete a Eduard Pujol por las calles de Barcelona), de que los hermanos Pujol Ferrusola iban por la vida con una mano delante y otra detrás?
2/ El PDeCat no tiene nada que ver con Convergència Democràtica de Catalunya. La teoría de los mismos perros con distintos collares es un interesado infundio españolista al que no hay que prestar la menor atención. Vaya usted a saber qué pasó con el tema de las supuestas comisiones, pero, en cualquier caso, eso sucedió en tiempos convergentes, que no pedecatos, así que, a nosotros, que nos registren. Sobre todo, a mí.
Ya se ha manifestado en esta segunda línea la consejera Chacón, aduciendo que ella solo lleva cuatro años en la pandilla 'indepe' e insinuando que, para ella, la era convergente y el paleolítico inferior vienen a ser lo mismo. Difícilmente podrán acogerse a esa coartada los muchos pedecatos calvos y/o canosos que siguen infestando el partido y que están ahí desde que su fundador estaba en activo. Pero no dudemos que alguna excusa se les ocurrirá. Tienen tiempo. Concretamente, el que Budó ha dicho que necesita para decidir si se apuntan o no a denunciarse a sí mismos. Una posibilidad a no descartar si tenemos en cuenta que una seña de identidad de los convergentes, se llamen como se llamen, siempre ha sido la orgullosa posesión de una jeta de cemento armado.
En cualquier caso, enhorabuena al vicepresidente de la Generalitat por su propuesta, emitida motu proprio, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo. Y, sobre todo, sin comentarla con su inmediato superior, que se ha enterado por la prensa de la puñalada trapera.