Más vale tarde que nunca: el SPC (Sindicato de Periodistas de Cataluña) ha dicho que la programación informativa de TV3 se le antoja ligeramente escorada hacia el independentismo. ¡Asombrosa epifanía! Se supone que la prensa está para informar a la comunidad de cosas que ésta ignora, no para enterarse con notable retraso de algo que es del dominio público: la conversión de la televisión catalana en un instrumento de agitprop separatista.
Este tardío descubrimiento de algo que sabía todo el mundo viene acompañado, además, de unos curiosos comentarios del presidente del sindicato, Francesc Ràfols, en los que se atisba un motivo para esta epifanía en diferido. Dice Ràfols que, si seguimos así, igual le aplican a TV3 un 155 completito y muchos de sus trabajadores pueden acabar en la calle, satisfaciendo así involuntariamente los deseos de Toni Comín, quien desde su retiro belga, acaba de declarar que, para hacer pupa a España económicamente hablando, los catalanes deberían estar dispuestos a quedarse sin empleo (¡y esto lo dice un trepa profesional que se toca el níspero a tres manos, porque la cuarta la necesita para meterla en la llamada caja de resistencia y seguir viviendo como Dios sin dar un palo al agua!). A mí, con TV3, todo lo que no sea demoler el complejo de Sant Joan Despí me parecerán actos tibios y pusilánimes. Pero mi natural tolerancia me lleva a reconocer que relevar de sus funciones a gente que lleva años cobrando por envenenar el ambiente en Cataluña también resulta pertinente (sobre todo, si a ciertos energúmenos de la casa --pienso en el badulaque de Jaír Domínguez-- se les da un plus de diez latigazos).
Lo que está diciendo Ràfols es que con las cosas de comer no se juega, lo cual es muy cierto. Recordemos a los valerosos trabajadores de Canal 9 cuando les cerraron el chiringuito: tras un montón de años obedeciendo las órdenes del PP sin rechistar, en cuanto los echaron se pusieron a reivindicar la libertad de expresión y la necesidad de que Valencia disfrutara de una televisión autonómica de calidad. En la misma línea, parece que algunos empleados de TV3 empiezan a suscribir las tardías conclusiones del SPC. Teniendo en cuenta que, los disidentes de siempre, pertenecientes en general a la primera hornada de la nostra, y entre los que figuran algunos amigos míos, han sido despedidos, prejubilados, enviados al pasillo o impelidos a pedir la baja por depresión, intuyo que quienes ahora se ponen la venda antes de la herida son como los jetas de Canal 9: los esbirros bien pagados de ERC y Convergencia empiezan a pensar que el contraste de pareceres es una gran cosa para una televisión pública.
Insisto en lo de que más vale tarde que nunca, pero me temo que no estamos ante un genuino arrepentimiento, sino ante un intento chapucero de salvar el puesto de trabajo. Y en cuanto al SPC, mi más sentida enhorabuena profesional por descubrir algo que todos sabíamos desde hace años. ¡Menudo scoop os habéis marcado, amigos!