Tras una breve travesía del desierto, durante la que se habrá visto obligado a echar mano de sus ahorritos, el prestigioso leguleyo Quico Homs ha sido recolocado por sus jefes en una entelequia denominada Comisión Jurídica Asesora: aunque a veces parezca que no, el prusés siempre acaba haciéndose cargo de los suyos. No sé el caso que piensa hacerle el Govern a esa Comisión Jurídica Asesora –como sea el mismo que les hace a los letrados del Parlament, se la podrían haber ahorrado—, pero es evidente que Quico está ahí para llevarse un buen jornal a casa, dado que, como abogado, solo se le ha visto en un juzgado en calidad de imputado. O sea, que esto es la Operación Salvemos a Quico, una pamema para soltarle unos cuartos a gente como él, y tampoco se molestan mucho en disimularlo. Hace tiempo que el Régimen no disimula. Hace lo que quiere cuando quiere y, si no te parece bien, jódete.
Paralelamente al salvamento del gran jurista Homs, el leal mayordomo Quim Torra se ha subido el sueldo un 5%, supongo que porque la ratafía se está poniendo por las nubes. Ya gana el 81% más que el presidente del Gobierno central, ocupándose, en teoría, de menos gente. Sánchez se preocupa, también en teoría, por 40 millones de ciudadanos, pero cobra la mitad que uno que se supone que atiende a las necesidades de 7 millones, en un claro agravio comparativo. ¿7 millones? ¡Ni eso! Con tener contentos a los dos millones de independentistas, Chis Torra ya va que chuta: a los demás nos pueden ir dando mucho por saco. Y no es el único que cobra más que el presidente del Gobierno de verdad: otros 240 altos cargos del Régimen superan también el sueldo del pelagatos de la Moncloa. Como no se ha hecho realidad la promesa de Francesc Pujols de que algún día los catalanes, por el mero hecho de serlo, iríamos por el mundo y lo tendríamos todo pagado, ha habido que seleccionar a un sector de la sociedad para que viva como pretendía el filósofo favorito de Dalí.
Lo de cobrar más que nadie por ser catalán viene de los tiempos de Pujol. Se creó TV3 y los sueldos fueron, desde el principio, superiores a los de TVE. Se puso en marcha la policía autonómica y sus miembros cobraban más que los de la Policía Nacional y la Guardia Civil. Se ve que en Cataluña siempre nos ha sobrado la pasta: eso sí, siempre va a parar a manos de los mismos, de los buenos catalanes. Últimamente hemos visto cómo el líder de los mossos constitucionalistas era llamado a capítulo por la autoridad competente mientras el agente que ayudó a Puchi a fugarse era ascendido a súper asesor de no sé qué, en vez de haber sido expulsado del cuerpo en su momento.
Para prosperar en TV3 y Catalunya Ràdio hay que ser del Régimen, pues cuanto más te signifiques más pasta te caerá: véanse los casos de Xavier Graset y Laura Rosel. A Ricard Ustrell, que no parecía precisamente un perverso unionista, le han quitado su programa en Catalunya Ràdio por tibio y se lo han dado a uno que, hasta ahora, era el segundo de a bordo de Mònica Terribas, guía y ejemplo para todo tipo de trepas patrióticos.
Todo esto son señales de nuestra mala salud democrática, pues lo mismo se hacía durante el franquismo –a los nuestros, programas en prime time, y los desafectos a hacer pasillos— y lo mismo hace Vladimir Putin, que si eres amigo o adulador te irá de miedo, pero si vas de quejica y disidente te pueden acabar pegando un tiro. Tal vez sea que la Cataluña nacionalista no pretende ser una democracia al uso, sino un Régimen de prácticas mafiosas como el ruso. Si esa es la intención, hay que reconocer que se trata de un triunfo total.