La religión debería ir por un lado y la política por otro, pero a veces se cruzan y dan motivo a la polémica. Fíjense en el obispo de Solsona, que acaba de ser declarado persona non grata en Cervera por sus teorías sobre la homosexualidad --el hombre la achaca a una supuesta ausencia o desdibuje de la figura paterna, explicación tan sensata o tan absurda como cualquier otra que se le busque al tema, pero muy propia de un cura-- después de que colectivos LGTB le practicaran escraches. Novell no dijo que la homosexualidad fuese una abominación, ni que hubiera que recurrir a los árboles del camino para colgar de los huevos a los sodomitas a la entrada de los pueblos, costumbre muy popular en la Edad Media; no, se limitó a dar su opinión de clérigo, sin cargar las tintas y, en mi opinión, sin ofender a nadie. Pero le cayó la del pulpo porque hay colectivos con la piel muy fina y políticos que no dejan pasar la menor oportunidad de hacerse el progresista. ¿Qué será lo próximo? ¿Quejarse de que el Papa es excesivamente católico? ¿Cómo quieren que la Iglesia bendiga la homosexualidad si no lo ha hecho ni con la heterosexualidad, cuyas prácticas, si no son para tener descendencia, consideran una guarrada? Así son los curas, y lo mejor que podríamos hacer todos --a excepción de sus feligreses-- es pasar de ellos.
Que celebre quien quiera la Cuaresma o el Ramadán. Que se abstengan los políticos de opinar al respecto. Y si saludan respetuosamente a los árabes, que lo hagan también con los cristianos
Paralelamente, Gerardo Pisarello y Oriol Junqueras celebran la llegada a Cataluña del Ramadán. Lo del Junqui lo entiendo porque es un meapilas y todo lo que tenga que ver con el Altísimo le parece bien, pero lo de Pisarello... Vamos a ver, Gerardo, ¡vuelve en ti!, el Ramadán es una versión corregida y aumentada de la Cuaresma cristiana, que ya es un coñazo porque te dice lo que puedes comer y lo que no en determinadas fechas. ¡Como si a Dios le importase un rábano lo que comes y dejas de comer! Los cristianos te tunean la dieta, pero los islámicos te matan directamente de hambre, afectando a tu rendimiento en el lugar de trabajo y poniendo en riesgo tu salud. ¡Como si Alá girara de alegría cual derviche cada vez que un árabe atraviesa la jornada en estado de inanición!
Que celebre quien quiera la Cuaresma o el Ramadán. Que se abstengan los políticos de opinar al respecto. Y si saludan respetuosamente a los árabes, que lo hagan también con los cristianos. ¿O es que el Ramadán, por motivos que no entiendo, es más respetable que la Cuaresma? A mí me parecen dos variantes de la misma memez, francamente, pero también es verdad que no tengo que hacerme el multi culti para arañar votos de la inmigración.