Pintan bastos en Telecinco. Sus programas del cuore ya no levantan las pasiones de antaño, la gente se aburre con las broncas de los tertulianos habituales y hasta Belén Esteban, la princesa del pueblo, empieza a dar muestras de agotamiento. El señor Vasile, jefazo del canal, se pone nervioso porque la competencia se le está subiendo a la chepa y convierte el Sálvame Deluxe de los viernes en el Sábado Deluxe de los sábados. En busca de savia nueva, no se le ocurre nada mejor que fichar a Pilar Rahola y a Gabriel Rufián para subir la audiencia. No sé si lo ha logrado, pero de momento lo que sí ha conseguido es socializar el sufrimiento, pues hasta ahora, a Rahola y Rufián los aguantábamos, básicamente en su lugar de origen, mientras que ahora están al alcance de todos los españoles. La noche del estreno dejaron de lado el tema que les ocupa la mayoría de su tiempo --el prusés-- para ejercer de tertulianos en general, pero desde aquí le digo al señor Vasile que, si quiere levantar la audiencia, lo que se impone es una buena discusión a gritos entre la Esteban y la Rahola por un quítame allá esa independencia. Si un duelo a muerte entre ambas verduleras del audiovisual no rompe los audímetros, yo ya no sé qué puede hacerlo.
Es curioso que Rahola y Rufián se rebajen a trabajar para un medio español y de baja estofa, pero supongo que el dinerito les vendrá muy bien
Resulta curioso, eso sí, que Telecinco recurra a dos personajes que solo hablan de la urgencia de dejar de ser españoles. En TV3 esas cosas no pasan, como bien sabemos todos los que estamos vetados en la nostra y que, hagamos lo que hagamos, nunca obtenemos ni una mísera mención en ningún programa. Al enemigo, ni agua: ése es el lema de los medios de agitación y propaganda de la Generalitat. O sea, que Telecinco muestra mayor tolerancia hacia el disidente que TV3, además de soplarle la audiencia que da gusto.
También es curioso que Rahola y Rufián se rebajen a trabajar para un medio español y de baja estofa, pero supongo que el dinerito les vendrá muy bien. A Rufián le encanta largar y hacerse el ingenioso, aunque no tenga maldita la gracia, el pobre, como bien saben los compañeros de escaño que lo tienen que aguantar. Y a Rahola la dejan compuesta y sin programa al final de temporada, cuando 8TV no renueve el espacio del señor Cuní para ahorrarse una pasta; y también le encanta largar. De hecho, estos dos personajes se parecen más de lo que creen a los contertulios habituales de Telecinco. Tanto que, en su primera aparición, no desentonaron lo más mínimo. Como Belén Esteban o María Patiño, pueden hablar durante horas sin decir nada interesante ni mínimamente original. Y a gritos, si hace falta. De ahí su éxito en una sociedad tan cultivada como la nuestra.