El lío de la 'estelada'
La estelada es una bandera maldita: donde quiera que se manifieste, se monta un cirio. El más reciente, como ustedes ya saben, es el de la final de la Copa del Rey, donde su exhibición ha sido prohibida por la autoridad competente, si bien luego un juez ha levantado la prohibición. Yo no hubiera prohibido nada, aunque resulte evidente que quienes enarbolan la estelada en los campos de fútbol lo hacen con la clara intención de molestar. En este mundo hay tanta gente molesta que reprimirla se convertiría en una misión imposible, así que empezar por los pelmazos de la estelada suena un poco a agravio comparativo. A mí tanto me da que la ondeen en los estadios como que se la introduzcan por el recto, pero la prohibición de la señora Dancausa solo sirve para fomentar el victimismo independentista y para que en TV3 monten unos autos sacramentales que no se habían visto desde que un avieso ciclista se llevó por delante a Muriel Casals.
Lanzarse a silbar a Su Majestad y al himno nacional equivale a presentarse en casa de alguien a cenar, quejarse del menú, meársele en las plantas y limpiarse la chorra con las cortinas
¿No sería mejor esperar a ver cómo se comportan los de la estelada? Porque lo grave no es el símbolo que exhiban, sino que se lancen a silbar a Su Majestad y al himno nacional, cosas que equivalen a presentarse en casa de alguien a cenar, quejarse del menú, meársele en las plantas y limpiarse la chorra con las cortinas. Vamos a ver, si usted no se considera español, ¿para qué participa en una competición deportiva española? Si usted no tiene rey, ¿para qué quiere una copa entregada por el monarca del país vecino? Ya que le dejan participar en un torneo que no le corresponde, haga el favor de comportarse, ¿no?
Requisar esteladas es un pobre y pusilánime sustituto de lo que realmente habría que hacer en caso de bronca, que sería, en mi modesta opinión, suspender el partido y proceder a la evacuación del estadio. Algo que no se ha hecho nunca, en teoría para evitar males mayores sin concretar. Dicha acción podría completarse al estilo UEFA; es decir, con multazos a granel para los clubs de fútbol que no saben (o no quieren) controlar al sector más primario de sus socios y expulsión de la copa del Rey durante un lapso de tiempo por determinar. Si en los bares y restaurantes está reservado el derecho de admisión y se puede negar la entrada a quien aparezca con ganas de incordiar, ¿alguien me puede decir por qué no se puede hacer lo mismo en los campos de fútbol?