El Govern está recogiendo velas. Ya pasó la Diada. Menor de lo soñado por los independentistas. Por los líderes de los independentistas, para ser más exactos. Los caminos se han cerrado. Y ahora el Govern, o sea Puigdemont, Junqueras, Tardà y algunos más buscan salir del oleaje a través de una negociación para llegar a puerto. La negativa de los alcaldes, tres de cuatro, pesa mucho. Demasiado. Casi más que la suspensión de la ley de referéndum por parte del Tribunal Constitucional (TC). Demasiado desmadre se ha juntado. Sin colegios electorales abiertos, sin censo electoral, sin urnas, sin papeletas o con ellas, da igual, el 1-0 ya es una chapuza en toda regla. Mejor buscar entendimiento y otra vez será. Con políticos de más nivel y más altura. Y con mejores formas, que también cuentan.

“En nuestro ADN está el pacto, siempre con voluntad de negociar”, dixit Tardà. ¡Qué mal lo tienen que ver! Por lo menos Tardà lo ve ahora mal, y lo veía mal hace varios meses, aunque disimulara. Pero en privado lo reconocía. Y marcaba las elecciones autonómicas como la única salida al embrollo independentista. Y por ese camino se va. Y de paso lanzan la pelota a Moncloa para que hagan algo, que ya es hora. Rajoy con el balón y que marque jugada, si es que ha despertado. Jugada al poste bajo y canasta, o sea, elecciones. Ese estilo ya gusta más en Moncloa. Lo de la pasada semana es para perdonar, aunque no para olvidar. Que borren, si pueden, las imágenes del Parlament porque dan vergüenza. Y desasosiego. Ahora “se requiere inteligencia y coraje” según Tardá, lo que no utilizaron los días pasados.

Aprende, president, para el poco tiempo que te queda en el sillón. Y retira tus amenazas a los ayuntamientos que han tenido más altura que tú

Lo inteligente que se ha visto hasta hoy es la postura de los alcaldes. De algunos. Siempre quedan personas sensatas a pesar de la locura del Parlament. “Deje tranquilos a los alcaldes”, frase hermosa y clarificadora de la alcaldesa de L'Hospitalet de Llobregat, Núria Marín. Y Colau escuchaba. Y tomó nota. ¡Vamos que si tomó nota! Valiente Núria; prudente Ada. Ahí empezó la cuenta atrás del referéndum. Con dos damas de postín. Dos damas que no se han dejado impresionar por la torpeza y altanería de Puigdemont. Aprende, president, para el poco tiempo que te queda en el sillón. Y retira tus amenazas a los ayuntamientos que han tenido más altura que tú.

Pero tenemos a la otra parte, a La Moncloa, al Gobierno central, a Mariano Rajoy. ¿Qué ha hecho Mariano? Nada. Dejar hacer, dejar pasar, laissez faire, laissez passer. Y tiene bemoles que se adjudique como éxito su no hacer nada. ¿Alguna propuesta de diálogo? No, que se sepa. ¿Entonces? Pues que salga el sol por donde quiera, como si quiere por Antequera, o por Lisboa. ¿Autocrítica? Ninguna. Mariano nunca se equivoca porque nunca toma una decisión frente al problema. Siempre a toro pasado. Así cualquiera. Siempre culpable el otro. Pues con el tema catalán ha sucedido lo mismo. Ninguna iniciativa. Ningún diálogo. Que pase el 1-O y ya veremos qué hacemos. Así vamos. ¿Y si el 1-O acude a votar la mayoría de los ciudadanos?

Suponemos que Rajoy impedirá celebrar el referéndum porque además de ser un suicidio de Estado sería su propio suicidio político

Suponemos que Rajoy impedirá celebrar el referéndum porque además de ser un suicidio de Estado sería su propio suicidio político. Y a Mariano le gusta mucho el poder como para suicidarse. ¿Y la frustración del ciudadano catalán normal? Ay. Trabajo para los psicólogos. Ya hace años Haffner describió la frustración como “ese rasgo delirante, esa locura fría, esa determinación ciega, ...de querer lograr lo imposible”. Necesitará tiempo y tiempo. Y nuevos políticos que creen nuevas ilusiones. De un lado y del otro. Lo necesitaremos todos.

Y mientras el tema de Cataluña acapara toda la información, la vida en España sigue. La realidad es otra. Se nos han ido 40.000 millones de euros del rescate a la banca. Perdón, fue "saneamiento financiero". Adiós dinero de todos. Desfalco. ¿Ni un euro nos iba a costar señor Guindos, señor Rajoy y señora Santamaría, verdad? Hemeroteca. Le saldrán los colores al escucharse. ¡Cuánta mentira! España sigue. Frívola y suicida. Gobernada por mangantes de tomo y lomo. Por suerte quedan alcaldes. Sobre todo, alcaldesas.