Cuando nos referimos al AMB (Área Metropolitana de Barcelona) estamos hablando de un continuo urbano que incluye a 36 municipios, 636 km2 y más de 3,2 millones de habitantes, supera ampliamente el 50% del PIB catalán, supone las dos terceras partes de la capacidad de innovación tecnológica de todo el territorio catalán y gestiona el tercer presupuesto de Cataluña, después de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona.

Dentro de este territorio hay que diferenciar dos escenarios de movilidad. El primero corresponde al continuo urbano de Barcelona constituido por 11 municipios -- lo que llamamos primera corona-- en donde el 70% de los desplazamientos se hacen en movilidad sostenible, utilizando el transporte público, a pie, o en bicicleta. En la segunda corona (el resto del AMB) los desplazamientos sostenibles solo son el 48%, es decir en este escenario de movilidad el uso del vehículo privado es mayoritario, con la consiguiente incidencia negativa en los indicadores de calidad del aire, nivel de ruido, ocupación del espacio y accidentalidad en nuestras ciudades.

Un factor adicional a tener en cuenta es que la digitalización de nuestra vida cotidiana está cambiando la movilidad en su concepción tradicional, evolucionando hacia una mayor movilidad personal lo que supone un uso intensivo del espacio público. La transición hacia un modelo de movilidad sostenible es inevitable. Una movilidad que favorezca una sociedad más inclusiva y cohesionada, que mejore la eficiencia económica del territorio y al mismo tiempo sea el principal vector hacia una transición energética que tenga en cuenta la salud de los ciudadanos.

No hay mejor manera de contribuir a la gobernanza de la movilidad metropolitana que potenciar y mejorar el funcionamiento de los TPC (Transporte Público Colectivo). En la actualidad aunque el AMB es la administración responsable del transporte público en el área de Barcelona, la gestión está a cargo de la ATM (Autoridad de Transporte Metropolitano), que al no tener competencias sobre programación y la operación de los servicios, actúa solo como rótula financiera del sistema. El actual modelo de movilidad presenta serias disfuncionalidades, existen multiplicidad de instituciones involucradas (ATM, AMB, Ayuntamientos, Generalitat...), así como diversas redes de TPC (cercanías Renfe, metro y autobuses de TMB, FGC, TRAM, AMB, Generalitat…), todas ellas superpuestas,  lo que genera un déficit estructural de financiación del transporte por falta de coordinación entre las redes. A estas disfuncionalidades se suman las dificultades para implementar la digitalización del sistema tarifario de los TPC a través de la T-Mobilitat. Otro déficit a considerar, es que el sistema de transporte del área metropolitana presenta una escasa eficiencia energética por el uso de energías no renovables y altas emisiones de CO2.

Por todo lo dicho es evidente que sería necesario crear una "agencia de movilidad" que reuniera en un solo organismo la planificación  y la gestión de todas las políticas de movilidad, en los diferentes niveles tanto municipales como metropolitano. El Transport for London podría ser un modelo de referencia. A nivel metropolitano las competencias podrían ser: planificar la gestión de la movilidad con una visión global, que permitiera integrar de manera efectiva todas las redes de TPC, buscando la interlocución única con los clientes. En el terreno de la movilidad  ferroviaria metropolitana urge desarrollar un sistema de financiación que permita cumplimentar el Plan Estratégico de TMB, la finalización de la L9 del metro y la reforma de las líneas convencionales lo que incrementaría sustancialmente la oferta. La agencia debería diseñar una política de transición energética global de la movilidad metropolitana.

La creación de esta agencia necesitaría el acuerdo de todas las instituciones involucradas. Las dificultades de implementación se verían compensadas con el incremento de la capacidad de gestión para poder afrontar de forma coordinada el reto de la movilidad sostenible y la reordenación de los recursos públicos ya existentes. La agencia de movilidad sería un buen ejemplo de la cooperación institucional tan ajena a la cultura del actual Govern de la Generalitat.