Hay que reconocer que los debates de La Sexta son... bueno, son debates: todo lo previsibles, circenses o fastidiosos que se quiera, pero por lo menos comparece en el plató un representante de cada fuerza política, para explicarle a los demás que el partido en el que él milita está en lo cierto mientras que, por el contrario, todos los demás se equivocan patéticamente. A este cansino intercambio de hostilidades pautadas no se le puede negar cierta ecuanimidad, cierta honestidad.

Por el contrario, en los debates de TV3% reina una armonía admirable, una unanimidad bien avenida salvo cuando Morrotort, que tiene, como es notorio, un carácter pelín colérico, sufre un berrinche y se pone a insultar a alguno de sus amiguitos. Pero se le pasa en seguida.

Con ligeras discrepancias o matices que son la sal de la conversación, todos los contertulios de la cadena están de acuerdo en lo fundamental y en lo accesorio. Alguna vez, todavía, el director del debate de turno consigue convencer a algún intelectual o periodista más o menos independiente o más o menos cercano a Ciutadans, al PSC o al PP para que acuda al plató y exponga sus ideas sobreponiéndose, si es que puede, al indignado cacareo de todos los demás participantes... incluido, naturalmente, el moderador, que para eso cobra.

 

Cada vez les cuesta más encontrar a gente desprevenida que se preste a participar en los simulacros de diálogo o de debate de TV3

 

Una vez concluido el linchamiento del incauto, en el siguiente programa puede parodiarle algún humorista de esos tan graciosos que la nostra tiene en nómina. ¡Eh, de buen rollo...! Y así hasta la semana que viene.

Pero cada vez les cuesta más encontrar a gente desprevenida que se preste a participar en esos simulacros de diálogo o de debate. Y así es como hemos llegado a la paradoja de que un portavoz de TV3% se lamente de que nadie "del otro lado" acepte las invitaciones que se les cursa a participar en sus debates.

¡Anda! ¿Nadie quiere ir? ¿Y por qué será? ¿Será que todos tenían otro compromiso previo, precisamente a esa hora...? ¿O es que todo el mundo está llegando a la conclusión --a la que yo llegué hace ya años, y que expuse a una amable señorita que por teléfono pretendía llevarme al huerto de Sant Joan Despí-- de que antes de ser visto en TV3% --¡en compañía, a lo peor, de Morrotort!-- es más decoroso que te pillen saliendo borracho, con la camiseta vomitada, de un burdel en Bangkok, del brazo de Gary Glitter? Ya saben, Gary Glitter, el rey del glam.