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Sílvia Orriols (AC) y Míriam Nogueras (Junts)

Sílvia Orriols (AC) y Míriam Nogueras (Junts) Fotomontaje de Crónica Global

Pensamiento

Orriols ‘versus’ Nogueras: el arcabuz y la espoleta

"Dos damas de tanto monta tirándose del moño, como colegialas en el patio de las Clarisas; una dispuesta a emplumar al musulmán, y otra acicalándose en el tocador de la Cámara Baja para empitonar a Sánchez"

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Sílvia Orriols y Míriam Nogueras compendian el ángel del hogar y la matraca; son la ilegitimidad frente a la oportunidad.

Dos damas de tanto monta tirándose del moño, como colegialas en el patio de las Clarisas; Orriols dispuesta a emplumar al musulmán, y Nogueras acicalándose en el tocador de la Cámara Baja para empitonar a Sánchez.

La primera rompiendo a pedradas los cristales del albergue más cercano y la segunda colgando esteladas en el obelisco de Diagonal; la primera, imitando a Vox en el silencio del averno y la segunda, impotente por falta de argumentos en el Congreso.

La alcaldesa desempolvando a Katy Perry en el Sant Jordi y la diputada exhibiendo con desdén el exitazo de Rosalía; ambas en la performance del éxtasis neomusical, mientras el fiscal general del Estado se cuece en el horno de piedra del palacio de la Marquesa de Braganza de Madrid, sede del Supremo.

Orriols subiendo con la mirada puesta en las próximas elecciones municipales y Nogueras agonizando.

Las dos enganchadas en la islamofobia y el mito del okupa vilipendiado por excluido. Orriols venerando la carcunda y Nogueras reverenciando la provincia; una empalando al foráneo y la otra espoleando la oposición sistémica.

La primera reclamando fondos del Estado y la segunda desdeñando el porcentaje catalán de los presupuestos generales fallidos. Orriols reclamando aulas a fondo perdido y Nogueras recortando hospitales y quirófanos.

Ella en el bar de la esquina y esta, en la mesa camilla de brasero y castaña. Divididas entre el descorche y el trago a morro; entre el puntapié y la chiruca; entre el Puigmal y Núria.

Orriols desempadronando inmigrantes y Nogueras impidiendo a los recién llegados el acceso a la vivienda protegida.

La de Aliança Catalana amenazando al débil y la de Junts abrazando la conculcación. Sílvia expandiendo el facherío catalán y Míriam negando el santo sacramento a La Moncloa. La primera confesándose en el Monasterio de Ripoll y la segunda buscando el dicasterio indepe en el mundo benedictino.

La de Ripoll estólida ante la verdad y la dama negra de Waterloo exigiendo la quita de la deuda a los municipios, siguiendo una inveterada tradición convergente. La ripollesa sumida en la nada y la juntaire excluyendo a Sánchez al negar su apoyo a 46 leyes que reforzarían la mejora de los servicios públicos, que a ella le parecen calderilla.

Representan el inicio de la alianza dura con el miedo al diferente que pregona Santiago Abascal y los minutos de la basura que los tribunales europeos le tienen reservado a Puigdemont.

Orriols es feliz cuando la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) argumenta que el fiscal general, García Ortiz, tuvo una “participación preeminente” en la filtración de secretos y Nogueras se ahoga de satisfacción al ver a Manuel Marchena –el juez que procesó a la cúpula indepe— liderando la guerra entre magistrados y fiscales españoles.

Son la calle será mía y el aislamiento en el momento de la extinción; la espada tradicionalista en Les Guilleries y el máuser de los reservistas en Prats-de-Molló. La pútrida patria y la “mirada larga”. El arcabuz y la espoleta.