El objetivo es loable, sin ninguna duda. Y se lo dice un fumador. El Gobierno y el conjunto de la UE quieren que en 2040 solo un 5% de la población consuma tabaco. La media actual en Europa es del 25% y en España el porcentaje de fumadores era en 2022 del 24,9%. Una de cada cuatro personas consumía tabaco de forma diaria. O sea, estamos a años luz del objetivo, porque la cifra de fumadores en el país es de unos nueve millones de personas. Por tanto, tampoco hay ninguna duda de que hay que actuar para reducir el consumo. La pregunta es cómo.

Alan R. Boobis, Profesor Emérito de Toxicología y presidente del Comité de Reino Unido para la Toxicología, afirma que el consumo de cigarrillos es una importante preocupación para la salud pública. Por lo tanto, el hecho de que los fumadores cambien a un producto menos nocivo mitigaría parte de este daño causado por los cigarrillos. Es decir, además de reducir los espacios de consumo y concienciar a la población de los efectos negativos en la salud, los expertos proponen avanzar en elementos sustitutivos, porque solo con la prohibición no se consigue nada. Un ejemplo, un 80% de los fumadores que quieren dejar el tabaco fracasan porque no tienen una alternativas

Sin embargo, el Ministerio actúa contra los que buscan nuevas alternativas, un colectivo de 1,8 millones de personas, que volverán al tabaco tradicional si se aprueba el Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo. Esta propuesta ministerial está en Europa para ser analizada por el resto de países para ver de qué manera les pueden afectar los cambios. Este proceso -TRIS- finaliza el 28 de abril y en ese momento el Ministerio puede poner en marcha los trámites y aprobar un Real Decreto que no pasará por el Congreso de los Diputados. En caso de objeciones por parte de algún país, se podría alargar el proceso tres meses más. Y antes del dictamen, zamarrazo considerable de la CNMC que cuestiona con contundencia las medidas del Real Decreto alegando “que es absolutamente necesario hacerlo con la legislación adecuada argumentando y justificando las medidas con evidencia científica”. Vamos, dicho en lenguaje de la calle: bien y sin trampas. 

En España, el porcentaje de personas que vapean es del 2,2%. En Europa un 2,9%. Y este porcentaje está formado por un 95% de fumadores que quieren dejar el tabaco de combustión y pasarse a los cigarrillos electrónicos, con un impacto menor en la salud, como corrobora el Ministerio de Sanidad británico.

También está en esta línea Fernando Fernández Bueno, cirujano oncólogo portavoz de la Plataforma para la Reducción del Tabaquismo. Sobre el Plan del Ejecutivo sobre las alternativas al tabaco tradicional es contundente: “esta prohibición de facto es un grave error en términos de salud, ya que la ciencia ha demostrado que ambos productos son sustancialmente dañinos y contribuyen a la cesación tabáquica, y la prohibición de sabores en cigarrillos electrónicos puede dificultar que los fumadores abandonen el tabaco”. 

Pero en su afán, el Ministerio, en lugar de ayudar, pone palos en las ruedas a quienes quieren abandonar. Pretende eliminar los sabores de los cigarrillos electrónicos que vaporizan líquidos, que pueden contener, o no, nicotina y aromatizantes, pero no hoja de tabaco. Un dato no menor: el 62% de los usuarios de vapeo dejó de fumar por completo tras utilizarlos y hasta un 78% afirma que el vapeo les ayudó a reducir el consumo. En resumen, el 87% de los vapeadores se verán afectados por el plan ministerial y, lamentablemente, la mayoría volverá a la cajetilla de toda la vida. 

Lo peor de todo es que el Ministerio no se aviene a negociar con una industria dispuesta a colaborar y que ha invertido millones para reorientar su negocio. Va a la suya y miente, o simplemente muestra sus deficiencias. UPN presentó una pregunta por escrito sobre el uso de las bolsas de nicotina. Respuesta ministerial: “estos productos no se encuentran reconocidos ni en la normativa nacional ni en la europea”.

Los europeos de Polonia, Eslovaquia, Irlanda, Grecia, Francia, Bulgaria, Suecia -donde las bolsas han anulado el consumo de tabaco-, República Checa, Austria, Finlandia, Italia, Rumanía, Hungría y Luxemburgo no se deben haber enterado de que no lo tienen regulado. La respuesta oculta un fin. El nuevo plan quiere reducir el contenido de las bolsas de nicótica a 0,9 miligramos. Ahora algunos chicles tienen hasta cuatro y su efectividad se sitúa en 16. O sea, no es difícil deducir que el ministerio quiere prohibir otro producto que ayuda a “dejar el vicio”. Si no las pueden usar volverán al tabaco o las buscarán en la economía sumergida. 

Vamos, que ni bolsas de nicotina ni cigarrillos electrónicos. Por cierto, la cadena de vapeo está fundamentalmente formada por fabricantes catalanes. El 80% de la producción industrial de líquidos se concentra en Cataluña, un 46% de la industria de sabor tabaco y un 34% de otros sabores. El plan de la ministra García dejaría en el paro a 140 trabajadores catalanes. No he escuchado ni a Junts ni a ERC poner el grito en el cielo por ello. Tampoco al president Salvador Illa, quien fue ministro de Sanidad. Y menos a los Comunes, que se autoproclaman de izquierdas, pero que no han ido a muchas fábricas

El ministerio va a cometer un atropello. El tabaco es perjudicial, nadie lo discute, pero ellos no dan alternativas. Dejan a los fumadores sin salida alguna, más bien los dejarán en un callejón sin salida. Y, por cierto, si algún lumbreras del ministerio piensa que cerrando puertas bajará la afición, está muy equivocado. Es un grave error que nos alejará del compromiso de reducir el tabaquismo. Gracias, señora García. Y un dato: en algunos países los médicos prescriben cigarrillos electrónicos.