Mucho calificar a la justicia de “machista y patriarcal” pero, hasta donde yo sé, es un hombre, Dani Alves, el que se pasó un año en prisión siendo inocente, hasta que hace tres días un alto tribunal le ha absuelto por unanimidad. El mismo día, el tribunal solicitó el indulto para una mujer condenada en firme, Laura Borràs, y mientras éste llega -que llegará, por la cuenta que le trae a Sánchez, capaz de todo para continuar de presidente- suspende su ingreso en prisión, no vaya a ser que unos días a la sombra le causen una depresión.
No sé dónde está el machismo, a mí me cuentan esos dos casos y califico a la justicia de feminista, de catalanista y hasta de racista, que Alves es morenito y la Borràs bien blanca.
De Laura Borràs ha quedado demostrado que prevaricó e hizo mal uso de fondos públicos, y ahí la tienen, con su sempiterna sonrisa bobalicona, libre como un pajarito y, encima, pontificando sobre cualquier tema en cuanto alguien le pone un micrófono delante de las narices, como si estuviera la buena mujer para dar lecciones de nada (por lo menos de nada medianamente legal).
Dani Alves, por su parte, tuvo que pagar una importante fianza para poder salir en libertad provisional después de pasarse un año entre rejas, siendo inocente según ha quedado ahora demostrado. A Alves le arruinaron la vida acusándolo de un delito que no cometió, y Laura Borràs nos la intentó arruinar a todos los catalanes en los años del procés. Bueno, a todos salvo al amiguito al que le concedía contratos a dedo. Curioso machismo el de nuestra justicia, que castigó al hombre y trató con delicadeza a la mujer.
Aun conociéndose su inocencia, a Dani Alves siguen tratándole como a un apestado desde algunos sectores, como si lo que ha sufrido durante los dos últimos años sin motivo alguno no fuera suficiente razón para apiadarnos de él, o por lo menos para dejarle en paz. A Laura Borràs, sus feligreses la continúan adorando aunque haya quedado probado que delinquió, si bien es cierto que ello no tiene mucho mérito, ya que esos mismos feligreses han demostrado ampliamente durante todo el procés que les da igual que sus líderes les roben, que les engañen y que se rían en su cara. Diríase incluso que les provoca placer, lo cual demuestra que la sociedad, igual que la justicia, tiene mucho de feminista y poco de machista.
Tal vez lo que sucede es que Dani Alves, por el hecho de ser hombre, no tiene derecho a la presunción de inocencia. Siendo así, no cabe duda que los magistrados se han equivocado: bastaba llevar a cabo una sencilla prueba pericial en las partes íntimas del acusado para comprobar su masculinidad y, seguidamente y por ese solo motivo, condenarlo a unos cuantos años de prisión, para que aprenda lo que es una justicia no patriarcal.
Con Laura Borràs, debería haberse actuado de la misma manera, así nos habríamos ahorrado el bochorno del indulto. Se lleva a cabo una prueba pericial que saque de dudas a los escépticos demostrando que es efectivamente una mujer y, acto seguido, se declara su inocencia por razones de género, al grito de “yo si te creo, hermana”, que sirve lo mismo para una prevaricación que para una violación. Con este sencillo a la par que eficaz método, la justicia española demostraría su feminismo, y además los juicios se llevarían a cabo con tanta rapidez que en poco tiempo acabaríamos con el tan denunciado colapso judicial.
Tampoco harían falta instancias superiores a las que presentar hipotéticos recursos, ya que las pruebas para condenar (a los acusados) y para absolver (a las acusadas) serían palpables, y nunca mejor dicho.