Hace ya unos 13 años que trabajo en el sector inmobiliario en Barcelona. Justo cuando empecé se inició la cruzada contra los pisos turísticos, no concediendo nuevas licencias; una moratoria para no construir hoteles; y amenazando a los pisos que operaban sin licencia turística.

Mi dedicación se centra en alquileres residenciales de medio y largo plazo y la compraventa de propiedades.

Recuerdo que, en esa época, la bolsa de alquiler residencial era una maravilla. Para cada cliente había siempre varias opciones interesantes donde elegir y variedad de precios. 

También había alquileres temporales que nos sorprendían por su alto precio (por ejemplo, un piso viejo interior de 27 metros construidos por 900 euros), que subían cada año y que siempre se alquilaban por estudiantes de máster, que pasaban nueve meses en Barcelona, y con una rotación anual de nuevos inquilinos.

Había una armonía en el mercado donde coexistían todos los modelos de alquiler, residenciales, temporales y turísticos.

La situación se puso fea cuando empezó a reducirse la oferta, primero por el intento de limitar precios, luego por las nuevas leyes que generan inseguridad jurídica y que han "empujado" a muchos propietarios a retirar sus viviendas. La aplicación de esa ley y de los límites ha sido la gota que ha colmado el vaso.

La oferta baja y baja, apenas hay rotación… pero la demanda no para de subir, todo tipo de demanda: pisos residenciales, temporales o alojamientos turísticos,

No hay más pisos turísticos, ni hoteles, y hay que alojar a muchísimos turistas que quieren pernoctar a partir de tres noches en Barcelona.

Aquí viene la gran trampa de aquellos propietarios avariciosos, que han probado el dulce sabor del dinero fácil cuando alquilaban turísticamente sus viviendas ilegalmente sin licencia alguna, se resignan a dejar de llevárselo calentito y desean continuar con su black tourist room bussines

Despiezan sus viviendas en habitaciones, y las ofrecen bajo la modalidad turística para estancias a partir de tres días.

¿Si te dieran a elegir, qué harías? ¿Alquilar un piso de dos habitaciones por 800 euros al mes, y que igual te dejan de pagar… o alquilar sus dos habitaciones sacando 400 euros a la semana por habitación, cuando además cada semana te pagan por adelantado? Vienen y se van... y que pase el siguiente.

Realicen una búsqueda ahora mismo: una habitación para alojarse en Barcelona durante cuatro días a partir de la semana próxima en la plataforma más conocida que no quiero nombrar… Resultados de la búsqueda, más de 1.000 habitaciones en alquiler sin ningún tipo de control turístico, sin licencia y todo ello lo que conlleva, economía sumergida, falta de transparencia, limpiezas en negro. Y, por supuesto, menos oferta para el mercado residencial. Si repite la búsqueda dentro de dos semanas, ahí aparecerán otras 1.000 o más.

Lo que está claro es que un propietario de un piso turístico nunca va a alquilar su piso por habitaciones, es la trampa de aquellos propietarios que operaban ilegalmente bajo el amparo y la “complicidad” de algunas grandes plataformas: antes con los pisos completos, y ahora con los pisos en habitaciones.

Esas más de 1.000 habitaciones, a una media de dos habitaciones por piso, supondrían unas 500 viviendas más para la bolsa de alquiler residencial, que es lo que se necesita ahora mismo para empezar a ajustar el mercado de alquiler por medio de la oferta y la demanda.

Los pisos turísticos legales pagan tasas turísticas, impuestos, honorarios, limpiezas en empresas oficiales. Pero las habitaciones turísticas ilegales son un fraude para el sistema: cobros en negro, economía sumergida directa e indirecta y con efectos negativos en el mercado residencial.

Así que dejemos de mirar hacia otro lado, dejemos de matar moscas a cañonazos, queriendo intervenir un negocio legal y legítimo como es la explotación de pisos turísticos, y centrémonos en el verdadero problema: los pisos turísticos ilegales despiezados en habitaciones que lastran el mercado y la economía general.