El lenguaje es importante en todas las facetas de la vida. Cuando hablas con tus hijos, con los amigos, los compañeros de trabajo, o con tu pareja. Es importante para transmitir buenos mensajes y los no tan buenos. Y no digamos en las disputas o discusiones.

El lenguaje es la “facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado”. Pero lenguaje no es solo la palabra. Es, además del lenguaje verbal, el no verbal y el sistema articulado de signos que las redes sociales lo han elevado al máximo exponente.

Es importante lo que dices, pero quizá más cómo lo dices, porque el mensaje siempre va dirigido a personas y estas interpretan el qué y el cómo. Interpretan las palabras, su intencionalidad de cómo las expresas y el envoltorio no verbal. Donald Trump dice muchas cosas. La mayoría barbaridades, pero se emplea a fondo para acentuar el qué con su cómo particular. Milei, el presidente argentino, trufa de adjetivos -peyorativos- sus mensajes para menospreciar a sus oponentes. Su motosierra es su icono, su lenguaje de signos.

Y qué decir de las redes sociales, donde el lenguaje, muchas veces mal escrito, utiliza las palabras para formatear la mente de los usuarios, como diría Christian Salmon en su “Storytelling”.

Esta semana se ha producido un acuerdo entre el Gobierno y Junts per Catalunya a cuenta del reparto de inmigrantes. Como siempre, Junts “vendió” el acuerdo en primer lugar para sacar pecho ante sus votantes y ponerse en valor. Y al tiempo lanzó un puñetazo en el morro al PSOE (recordemos que es el otro firmante del acuerdo), que rápidamente fue utilizado por sus adversarios para noquearlo.

Me explico. El comunicado de Junts recogía que Cataluña recibirá entre 20 y 30 de los 4.000 que se encuentran actualmente en Canarias, mientras que Madrid acogerá a más de 700. ¿Era necesario contraponer Cataluña y Madrid? No se hizo esperar la airada respuesta de la indocumentada Isabel Díaz Ayuso, que puso el grito en el cielo, con el coro de las comunidades gobernadas por el PP quejosas “por la nueva cesión a los independentistas”, pero ocultando que Madrid está muy por debajo de Cataluña.

Por cierto, el presidente canario, Fernando Clavijo, utilizó el lenguaje para definir a la quejosa zarina del Partido Independentista del Distrito Federal -PIDF- tildándola de miserable y mediocre. Menos mal que comparte gobierno con el PP. Todos los medios se centraron en el comunicado de Junts, que utilizando el lenguaje se erigió como el primo de Zumosol ante sus votantes con esa fatua información “Cataluña solo recibirá 30 y Madrid 700”, porque of course Junts defiende Cataluña de críos indeseables.

El lenguaje se impone en la realidad cotidiana y el lenguaje chulesco y abusón de Junts es utilizado a conveniencia. El PSOE, y el Gobierno, como siempre, titubeó ante la inoportunidad de su “supuesto” socio y se puso en posición de trágala con un lenguaje a la defensiva. El PP encontró su propio eslogan: “El acuerdo es insolidario”.

¿Cuál es la realidad? Esa realidad que Junts y PP quieren manipular y que el PSOE no sabe explicar. Cataluña tiene acogidos a 2369 menas y Madrid solo 1200, lo que el acuerdo trata de nivelar. Aragón 134, Navarra 100, Euskadi 723, Cantabria 222, Asturias 89, Galicia 207, Castilla y León 200, Valencia 481, Baleares 309, Murcia 235, Andalucía 740, Extremadura 249 y La Rioja 9. En el otro lado de la balanza Ceuta 300, Melilla 280 y Canarias 5500. ¿En serio Cataluña recibe un trato de favor?

Además, por si lo desconocen, les aporto otro dato. Cataluña atiende a 4390 menores que llegaron siendo niños y que ahora tienen menos de 18 años. No es un acuerdo discriminatorio, bien al contrario se limita a dar respuesta a un drama humano y es solidario repartiendo los esfuerzos en base a criterios técnicos en función de población, dispersión, desempleo o renta per cápita, entre otros. Decir "no" sí es racismo, o pactar con Vox un trato diferente al inmigrante también. Compartir competencias con una CCAA es una forma de interpretar al estado, pero no es racismo. 

Lo que no ayuda (y si no, lo parece) es como usa el lenguaje Junts. Jordi Turull esperó una semana para decir la verdad en un artículo en La Vanguardia.

Hoy, saber catalán no es una condición para obtener la residencia como han repetido hasta la saciedad en los medios de Madrid para acusar de racismo a los catalanes, así en general, sin distinguir, como si los catalanes fuéramos todos iguales. Y tampoco es obligación conocerlo para otros españoles que fijen su residencia en Cataluña, como se ha llegado a decir en Madrid DF. ¿Puede ser el catalán una condición necesaria para obtener residencia? Puede, pero no lo es. Y si queremos que sea, pongamos las bases y las herramientas para conseguirlo.

¡Ah, por cierto! Mensaje para Madrid DF, que considera una aberración hablar dos idiomas. Señores y señoras de Madrid DF: ser bilingües no es pecado y hablar catalán no es cosa de independentistas, señores y señoras indocumentados e indocumentadas. Manipular el lenguaje tampoco lo es, pero es, como dice Clavijo, mediocre y miserable.