De las múltiples tensiones que confluyen en Barcelona se hará visible estos días la queja de los propietarios de las licencias VTC. Febrero no ha sido bueno para este modo de transporte en permanente guerra con el taxi tras las operaciones policiales que han provocado retiradas de vehículos, multas, tensión.

Con la celebración del Mobile World Congress veremos si esta semana mantienen la amenaza de huelga los dirigentes de Unauto, la patronal de las VTC, pese a que dos de las empresas estrella, Uber y Cabify, decidieron no adherirse.

La interrupción del servicio afectará a una parte de los visitantes de la gran feria tecnológica mundial pero, de confirmarse esa amenaza, la Administración, ni la catalana ni la barcelonesa, deben cambiar la actitud que ha llevado a este punto. Las multas y la presión sobre las VTC han llegado para poner orden en una serie de incumplimientos (licencias adecuadas, esencialmente) que provocan una competencia desleal en el transporte metropolitano.

La patronal teme que la futura ley del transporte que prepara la Generalitat sea más coercitiva con sus intereses, lo que podría beneficiar al taxi. El universo VTC tendrá que pelear, pero lo primero que tiene que tener claro es que hay que cumplir las leyes, las actuales y las futuras. Una ciudad como Barcelona, con una buena regulación, no debería tener problemas para absorber diversas modalidades de transporte, entre las que figuren el taxi y las VTC. Pero hay que marcar determinados límites y pensar siempre en el bien final para el ciudadano.

Los taxis llevan ya un tiempo aplicando una renovación empresarial para adaptarse a los tiempos, pero ostentan una condición que beneficia a la sociedad: pagan una licencia a la Administración para poder operar y sus precios están regulados.

Las VTC tienen que cumplir determinadas normas pero, hasta el momento, no han tenido que pagar licencias de las características de las de los taxistas, y el montante de sus tarifas son tan variables como el mercado. De hecho, cuando en la ciudad hay una huelga de taxis, el precio del transporte en VTC adquiere una dimensión desproporcionada, algo que es imposible que ocurra al revés. Si la Administración tiene que velar por los intereses de todos, debe tener en cuenta estos factores y mantener firme un criterio, aunque suponga las quejas de algunos.

De todos modos, pensando en la semana del Mobile, si las circunstancias logran sacar unos centenares de vehículos de la calle, mejor. Se ha potenciado el transporte público para trasladar a los participantes en la feria y no es mala idea, teniendo en cuenta la trampa mortal en la que se ha convertido el centro de Barcelona con las innumerables obras que dificultan el ya, de por sí, castigado tráfico rodado.