Sílvia Orriols, la ultranacionalista catalana, vuelve a ser alcaldesa y a tener presupuestos para Ripoll. Ha dejado en ridículo a Junts y con un palmo de narices a los partidos de izquierda (PSC y ERC). La también diputada incluso ha roto el cordón sanitario del Parlament.
Para asombro de muchos, el 36% de quienes votan o confían en Aliança ni siquiera son indepes. Su ideología, basada en la antiinmigración, la seguridad en las calles y la apuesta por la energía (también nuclear) es tendencia.
En Alemania, la ultraderecha acaba de obtener un resultado récord, sobrepasando el 20%. Cataluña no es muy diferente a España, a Europa, a EEUU. Y Orriols se parece más a Giorgia Meloni, a Alice Weidel, incluso a Santiago Abascal que a otros políticos de la terra.
Al poco de saber que le habían tumbado los presupuestos de 2025, Orriols colgó esta frase en las redes: "Alea iacta est" (la suerte está echada). Dejó unos minutos de hablar catalán --único idioma que utiliza en el Principado-- para pasarse al latín y echar un pulso a la oposición municipal en pleno.
Sin torcer el gesto, se sentó a esperar a que cundiera el miedo en las filas de Carles Puigdemont. Tardó menos que nada. Las encuestas internas de los exconvergentes muestran que la segunda opción electoral de sus volantes/simpatizantes es Aliança Catalana.
Por eso mismo, Junts ha endurecido su discurso, aumentando sus exigencias sobre inmigración y fronteras, además de criticar la alta tasa de reincidencia en el delito o la okupación de viviendas.
El pasado fin de semana vi una entrevista/debate en TV3 con la alcaldesa/diputada. Los ojos oscuros de esa madre de cinco hijos --todos con nombres medievales-- ni siquiera parpadean al responder a preguntas biempensantes. En ellos, se lee: “Aquí os espero, queridos independentistas o catalanistas de pacotilla”.
La política, que habló sin papeles, mientras la entrevistadora consultaba mil veces su libreta, propuso “la urgente necesidad de obtener la unilateralidad energética, a través de renovables y nucleares”. Pocas tonterías. No pudo esconder una media sonrisa al recordar “el ridículo que han hecho” (Puigdemont y Junts).
La vía hacia la independencia fue un absoluto fracaso que seguimos pagando, pero la alcaldesa ni siquiera reivindica el procés. Ella quiere conseguir el Estat Català sin el permiso de España. Prisa no tiene. Está más interesada en multiplicar el número de alcaldías o en sacar de Cataluña a los imanes salafistas, con 100 mezquitas en la autonomía.
Habla sin pelos en la lengua para que la gente la entienda y decida, aunque sea en voz baja, que “la Orriols es una mujer valiente”. Recientes sondeos le auguran un mínimo de 6 o 7 futuros diputados (ahora son 2) y un fuerte crecimiento de candidaturas en las municipales.
Incluso el cordón sanitario del Parlament, bautizado con el rimbombante nombre de Pacto Antifascista, ha saltado por los aires ante esta mujer de 40 años. No deja de ser curioso que una bibliotecaria --como mi fallecida, culta y tranquila madre-- sea de ideología ultra, pero así es la nueva política, en la que nuevos extremos se afianzan.
Jordi Turull, secretario general de Junts, ha optado por dejar de calificar a Aliança Catalana de ultraderecha. Y el portavoz de Girona de los exconvergentes, Salvador Vergés, ha dictaminado que “el cordón sanitario está condenado al fracaso, tal y como se demuestra en Europa y en todo el mundo”.
Piensan que es mejor combatir contra Aliança en la puñetera patria común en vez de hacer crecer a Orriols.
AC y su batllessa presentaron recientemente, ante la Junta de Portavoces, un texto condenando el ataque que sufrieron sus militantes en Barcelona. Y, mira por dónde, PP y Vox apoyaron a Orriols. Junts se abstuvo. PSC, CUP, los Comunes y ERC votaron en contra. Dos frentes.
Habrá que recordar, para no excitarse más de lo necesario, que sigue siendo un conflicto democrático.
También en Alemania, el veredicto de los votos es conflictivo. Ha ganado, con el 26,6%, el cristianodemócrata y conservador Friedrich Merz (UCD/CSU). Podrá gobernar, aunque no cómodamente, con la hundida socialdemocracia del SPD (16,4%). La ultraderecha de AfD (20,8% de las papeletas) les vigilará de cerca.
Cataluña está en la onda mundial. La nueva derecha (ultra, liberal, radical…), la que gana o sube en las urnas (Italia, EEUU, Hungría, Francia, Alemania…), ha venido para quedarse. No son fascistas, son otra cosa, aunque cueste definirlos y, faltos de vocabulario, nos inclinemos por calificarlos de populistas o trumpistas.
La líder ultra alemana, frau Weidel, es lesbiana, tiene dos hijos adoptados y está casada con una cineasta de Sri Lanka. Todo se ha complicado. Sílvia Orriols es pura tendencia. Europea y mundial.