Con los datos de ocupación del año pasado, 2024, en las manos, se nos plantea un triple debate.
Por un lado, estamos creando empleo, especialmente en el sector servicios (turismo), que considero un aspecto positivo, el empleo en sí mismo, pero, al mismo tiempo, muchas voces expertas señalan las debilidades de este tipo de ocupación, centrándose especialmente en la poca productividad y la excesiva dependencia que genera.
Por otro lado, y aunque no se puede negar el peso específico que el turismo tiene en la economía española, el debate que surge impulsado con ahínco en la Unión Europea es la necesidad de reindustrializar Europa y, por consiguiente, España y Cataluña.
El tercer elemento de debate es el referido al contexto educativo de nuestro país.
Según el último Informe CYD 2024 (Fundación, Conocimiento y Desarrollo, que da respuestas a las necesidades de la universidad española), en el curso académico 2022-23 más de 201.000 estudiantes obtuvieron una titulación de grado en el sistema universitario español.
Es en este punto donde hemos de fijar la atención, ya que, de la cifra antes mencionada, solo el 18,7% correspondía a las llamadas carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), lo que equivale aproximadamente a unos 37.000 graduados en estas áreas. Lejos del 26% que tiene de media la Unión Europea, y no parece que estemos acortando las distancias.
A pesar de las mejores rentas salariales y niveles de alta ocupación que los estudios STEM generan, estamos en el pelotón de atrás de los países de estudiantes en estas materias.
Para completar el panorama, hay un dato de género que también nos invita a reflexionar: aunque las mujeres representan más del 60% del total de estudiantes universitarios, se confirma que, en el ámbito STEM, el porcentaje de mujeres cae aproximadamente a un 15%.
Estos datos son relevantes si queremos incentivar procesos de innovación, desarrollo tecnológico y un crecimiento económico sostenido. Constatamos que tenemos carencias para fomentar las carreras científico-técnicas, y que las mujeres no se sienten motivadas por estos estudios.
¿Por qué la mitad de la capacidad laboral de este país no está suficientemente atraída para desarrollar sus habilidades en estos ámbitos? ¿Qué falsos estereotipos no estamos sabiendo erradicar?
No creo que el problema esté en la universidad, o ¡no solo! La universidad es un punto al final de una calle, hay factores que vienen de más atrás y valdría la pena abordarlos.
La motivación se debería iniciar en etapas muy tempranas, en el ámbito escolar, pero también familiar y social, y no lo estamos haciendo de forma suficiente.
Si queremos cambiar nuestro sistema productivo y no depender tanto económicamente de algunos servicios, hemos de mirar con una perspectiva transversal y enfocar los esfuerzos económicos también en los primeros escalones educativos.
Las STEM deben ser atractivas y divertidas, y no olvidemos tampoco la puerta de la formación profesional, porque para el desarrollo de muchas funciones no es necesario un ingeniero, en muchos casos una buena formación profesional puede cubrir muchas necesidades laborales.
¿Cuáles son las proyecciones laborales que estamos incentivando? Tal vez de forma involuntaria o inconsciente estamos generando unos incentivos que no son los que realmente necesitamos, tanto ahora como en un futuro próximo.
Hemos de crear otros referentes entre nuestros jóvenes más allá del mundo de los influencers. Un buen ejemplo sería trasladar imágenes y culturas positivas del fútbol femenino, que vivimos hoy con mucha normalidad. Las mujeres pueden, si tienen la oportunidad, triunfar con toda la normalidad en cualquier ámbito.
Erradiquemos los malos espejos o insuficientes; si queremos incentivar la innovación y mejorar la productividad de nuestro país, demos voz y espacio a los jóvenes, y con especial énfasis a las mujeres.
Pensemos que para revertir este proceso se necesita tiempo. La labor que iniciemos ahora tardara al menos 15 años en emerger en el mercado laboral, por lo tanto, pongámonos a la labor de inmediato.
El reto pasa por reforzar las escuelas con profesionales que dominen y estimulen las materias arriba citadas.
Debido a la carestía de recursos humanos actuales en las escuelas, tal vez hemos de crear nuevos sistemas en los que la incorporación de profesionales jubilados en los ámbitos tecnológicos puedan hacer de mentoring en las escuelas, incentivando vocaciones, explicando desde sus experiencias vitales la importancia de las enseñanzas STEM.
Implicar al mundo de las empresas es fundamental. A este reto se le añade el de que corremos el riesgo de formar muchas personas que después se nos marchan a otros países por la incapacidad de nuestro tejido productivo de acoger estas capacidades.
La experiencia de la formación dual es un buen ejemplo de éxito para las empresas y los alumnos que participan. Las empresas y sus directivos han de visualizar que apostar por la innovación es una buena inversión.
Tal vez el tamaño de muchas empresas no ayuda, pero los recursos económicos no pueden ser siempre la excusa, seamos creativos, y ágiles, nos jugamos mucho. Se nos conoce como la “Florida del Mediterráneo”, pero hay un matiz que nos diferencia: Florida tiene turismo, sí, pero también concentra gran cantidad de empresas punteras en STEM y mucha innovación.