Al cetrero de la Lazio, un gaditano llamado Juan Bernabé, lo han despedido por mostrar los resultados de la operación a la que se sometió. Claro que dicha operación consistió en colocarse una prótesis de pene, y que ufanarse en las redes sociales del resultado de la intervención, sin ahorrar imágenes del nuevo miembro, no es lo que se dice un dechado de discreción y decoro.
Y menos sabiendo que el dueño y presidente del club, un tal Claudio Lotito, es diputado de Forza Italia y un católico practicante que asegura que en 67 años no se ha saltado una sola misa dominical.
Baste recordar que hace unos tres años el club romano se hermanó con la selección nacional de sacerdotes de Italia (ignoro si los demás países, España por ejemplo, gozan de un equipo similar, lo más probable es que no y que, de tenerlo, los jugadores estén ya en edad provecta, lo que asegura triunfos sin fin al seleccionado italiano).

Juan Bernabé, cetrero de la Lazio, junto al águila Olimpia, mascota del equipo de futbol romano EUROPA PRESS
Probablemente a los servidores de la iglesia no les haga demasiada gracia lo de ser “hermanos” -futbolísticos, pero hermanos- de un señor que se instala un nuevo pene y encima lo enseña orgulloso al mundo, cuál nuevo becerro de oro.
El propio papa Francisco recibió hace un tiempo en audiencia a 7.000 deportistas y simpatizantes de la Lazio, lo que indica la cercanía del club a la Iglesia y lo que debería haber sido una solicitud casi divina de discreción, hacia quienes pretendieran colocarse un nuevo aparato sexual.
Ya advierten las Sagradas Escrituras que ni tu mano derecha ni tu mano izquierda deben saber lo que haces con tu nueva prótesis de pene. O algo así.
Seguramente haya clubs de fútbol más permisivos con la exhibición pública de penes por parte de sus trabajadores, lo más probable es que, en el Barcelona, Laporta se lo hubiera tomado a risa, eso si no aprovechaba para preguntarle a Bernabé si la nueva prótesis funciona bien. Florentino, en cambio, tiene pinta de no encontrarle la gracia.

Claudio Lotito, presidente de la Lazio, sujeta el águila Olimpia EUROPA PRESS
El trabajo de Bernabé en la Lazio consiste -mejor dicho, consistía- en entrenar a la mascota del club, una impresionante águila real, de nombre Olimpia, que ejecuta su número por las alturas del estadio antes de cada partido.
Uno imagina que, viendo cada día cómo alzaba el vuelo esa majestuosa ave, y viendo también que a su miembro viril le costaba Dios y ayuda elevarse ni que fuera un poquito, el bueno de Bernabé se decidió a operarse. De no haber ido la cosa más allá, lo más probable es que el propio Lotito y hasta el papa Francisco hubieran comprendido su decisión, éste último incluso habría bendecido el resultado.
Sucedió que, tan contento quedó el cetrero con el éxito de la intervención, que colgó en las redes, no una foto, sino un vídeo, para que se observara bien que, ahora sí, su pájaro también alzaba el vuelo, no tan alto como el águila, pero igual de aguerrido.
Esas cosas, en la muy católica Roma, se pagan con el despido fulminante, sin que ni siquiera los lamentos de su amiga Olimpia hayan conseguido ablandar el corazón del presidente del club.
Lo que no se ablanda, en cambio, es la prótesis de Bernabé, puesto que, según asegura él mismo, su vida sexual ha mejorado enormemente, y de la sonrisa de su pareja en las fotos que han publicado (sin mostrar el miembro) juntos, se diría que no es un farol.
Además, aprovecha todo lo sucedido para denunciar la mojigatería de la sociedad actual, que sigue teniendo tabús según qué parte del cuerpo intente uno mejorar. “¿Qué diferencia hay entre un pene y un dedo?”, se preguntaba retóricamente, hemos de suponer que sin referirse al tamaño, puesto que uno de los objetivos de la operación era precisamente aumentar el grosor y la longitud del miembro.