Para el trumpismo,“okupante” de la administración y el gobierno estadounidense, el estado democrático es un obstáculo para el desarrollo de la ciencia y la tecnología. La democracia y sus normas regulatorias son consideradas como un déficit para su desarrollo, que debe estar sometido solo a la ley del mercado sin regulación alguna que lo condicione.
Para el pensamiento ultraliberal, el beneficio debe ser el único motivo para impulsar el desarrollo de la ciencia y la innovación, subordinarla al bien común, al crecimiento sostenible y someterla a cualquier código ético, supondría lastrarla.
España es el mejor ejemplo de un país al que la democracia no solo ha aportado derechos y libertades, sino que ha contribuido a superar su tradicional retraso en innovación tecnológica y ciencia. Desde la transición a la democracia en 1978, España ha experimentado un notable progreso en múltiples áreas, particularmente en el ámbito tecnológico y científico.
Este periodo de estabilidad política y económica ha permitido que el país incremente su inversión en investigación, desarrollo e innovación, lo que ha dado lugar a importantes logros que han situado a España en el mapa global del conocimiento. Sin duda queda mucho por hacer, pero la democracia ha supuesto un punto de inflexión significativo.
La democratización de España coincidió con una revolución global en las telecomunicaciones y la tecnología de la información. Uno de los hitos más destacados fue la creación de empresas líderes en el sector, como Telefónica, que tras la liberalización del mercado de telecomunicaciones se convirtió en una gran empresa global. Su expansión internacional y la introducción de servicios de telecomunicaciones avanzados han sido cruciales para nuestro desarrollo tecnológico.
Hemos sido vanguardia de la implementación de redes de fibra óptica en Europa, convirtiéndonos en uno de los países con mayor cobertura de fibra. Esto ha sido posible gracias a la inversión en infraestructuras digitales y a políticas públicas que fomentan la competencia y la innovación en el sector.
Hoy en día, millones de hogares y empresas en España disfrutan de conexiones de internet de alta velocidad, lo que ha facilitado el teletrabajo, la educación a distancia y el acceso a servicios digitales.
España cuenta con una red de alta velocidad ferroviaria de más de 4.000 kilómetros, la segunda del mundo después de China, figurando entre los países que lideran los desarrollos tecnológicos relacionados con trenes autónomos y las infraestructuras inteligentes.
Nuestro país se ha convertido en un referente mundial del desarrollo de las energías renovables. Algunas de nuestras empresas han liderado proyectos innovadores que han contribuido a reducir la dependencia de los combustibles fósiles y a promover la sostenibilidad ambiental. Somos uno de los mayores productores de energía eólica en Europa y contamos con algunas de las plantas solares más grandes del mundo.
También son importantes las significativas contribuciones que se han realizado en el campo de la biomedicina, en áreas como la oncología, la genética y la biotecnología. En el ámbito de la exploración espacial y la astronomía, destaca entre otros el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) reconocido internacionalmente por su contribución a la observación del cosmos.
La modernización del sector agrícola ha sido otra consecuencia positiva de los años de democracia. La adopción de tecnologías avanzadas y de precisión han permitido a los agricultores españoles optimizar el uso de recursos como el agua y los fertilizantes, lo que ha supuesto un aumento de la productividad y reducido el impacto ambiental de las actividades agrícolas.
Los años de democracia en España han sido testigos de un notable progreso en los campos tecnológico y científico que han contribuido a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
El futuro de la ciencia y la tecnología en la España constitucional dependerá de que los gobiernos que se sucedan en la Moncloa apuesten de forma inequívoca por la inversión continuada en educación, investigación y desarrollo, clave para mantener y ampliar los logros alcanzados.
Todavía queda mucho por hacer, urge que los dos grandes partidos mayoritarios “entierren el hacha de guerra” y busquen los puntos de encuentro que permitan ampliar y construir espacios de colaboración. Posiblemente, estamos muy lejos de ese momento, pero no por ello debemos renunciar a intentarlo una y otra vez.
En la actualidad nuestra inversión en I+D+i (Investigación, Desarrollo e Innovación) se sitúa en torno al 1,4% del PIB, por debajo de la media Europa que se acerca al 2,3% y lejos de países como Alemania, Austria o Suecia que superan el 3%.
Es evidente que los niveles actuales de inversión en España son insuficientes para garantizar un modelo de crecimiento sostenible basado en la innovación. Para revertir la situación será necesario un incremento sostenido de la inversión pública en I+D+i, incentivos fiscales y financieros, fomento de la colaboración público-privada, fortalecimiento del ecosistema emprendedor...
Dentro de los actos auspiciados por el Gobierno de la Nación bajo el título “España en libertad”, sobre la transformación del país tras la muerte del dictador el 20 de noviembre de 1975, el desarrollo de la ciencia y la tecnología es una de las actividades que más deberíamos celebrar.
Si el Gobierno no es capaz de implementar estas actividades de forma pedagógica, podría parecer ante la ciudadanía española que este aniversario solo es una propuesta partidista y de marketing electoral.