¿Existe una alternativa de derechas al gobierno de Pedro Sánchez? Esta es la incógnita que se presenta en 2025. La cuestión a dilucidar es saber si Alberto Núñez Feijóo será capaz de armar una derecha plurinacional o seguirá dependiendo de Vox. La segunda variable hace imposible la primera porque PNV y Junts saben de sobra que en Euskadi y Cataluña esa alternativa no está bien vista en su propio electorado.

De momento, el líder del PP sigue huyendo de esa derecha plurinacional porque le pesa el cemento en los pies de Vox. Atendiendo a sus movimientos este año todavía se dispone a pelear de lleno con la ultraderecha en su discurso. La siguiente incógnita, pues, es saber si la derecha española es capaz de ser una anécdota en el mundo porque la derecha tradicional ha quedado desarbolada en Italia, Holanda, Francia y, como no, en Estados Unidos, con el añadido de un largo listado de países. El discurso de la derecha autoritaria se impone por mucho que la derecha tradicional intente copiar su discurso. El motivo es el hartazgo en sus propias filas, que prefiere el nuevo original que a la vieja copia. Otra guinda en este pastel. ¿La derecha catalana, léase Junts, será capaz de contener a Aliança Catalana?

En este contexto, hay que leer las tribulaciones de Núñez Feijóo. Abascal le acosa sin remilgos en las comunidades donde otrora gobernó porque el PP intentó darle el abrazo del oso y le deja en la estacada en la defensa de la monarquía, por ejemplo. Por otro, Díaz Ayuso, la única que ha noqueado a Vox con un discurso simplista en contra de los “zurdos”, le marca la agenda. Madrid no es España pero Díaz Ayuso lo jaquea todo. Al Estado y si hace falta también a su partido, o a la Fiscalía presentando a un hacedor de facturas falsas para defraudar a Hacienda como a una víctima del sistema.

A este lodazal hay que sumarle el fiasco de Valencia con un Feijóo sin cuajo para relevar a Mazón y sus irrefrenables ganas de que caiga el Gobierno de España. Como sea, lo que le hace configurar una oposición errática, en clara alianza con sectores de la judicatura, que, ojo al dato, cada vez es cuestionada más por los medios de comunicación conservadores que están muy a gusto en el regazo de la publicidad institucional de la Comunidad de Madrid. Como estas ganas le pueden se acerca a Junts y al PNV. Lo hace en el ámbito económico y fiscal porque en estos segmentos el acuerdo es más fácil.

Sin embargo, este acercamiento es a medias y con un discurso insolvente. Pactar con Junts, por mucho que lo niegue porque Ayuso aprieta y porque le sale urticaria al Partido Popular catalán, es reconocer de facto que Junts es un partido solvente, con el que se puede pactar, y con el que contará. Lo increíble es ver a Feijóo pactando con Junts a la par que quiere ver a Puigdemont entre rejas. Un dicho castellano lo resume bien: a otro perro con ese hueso. En el fondo, Feijóo reconoce con sus acercamientos que la Ley de Amnistía le viene como anillo al dedo.

Lo mejor que le podría pasar al líder popular es que el Constitucional le resuelva la papeleta con la ley de Amnistía. Se fustigará en público, se rasgará las prendas, si el alto Constitucional la considera ajustada a la Constitución, pero en privado respirará porque podrá abrir puertas y ventanas a los junteros, y de paso doblegar la posición de un irredento Alejandro Fernández que no se deja amedrentar.

Junts y PNV, de momento, se aprestan junto al PP a incordiar a Sánchez. Pero Feijóo quiere que esto dure y para eso necesita evitar que se aprueben los presupuestos aunque esto implique un caos en la gestión de sus comunidades y, sobre todo, que no haya un sistema de financiación. No porque prime a Cataluña, sino porque si Sánchez resuelve la financiación sanitaria en el conjunto de CCAA, Feijóo quedará sin artillería y, peor, sin tropas porque sus barones se pondrán de perfil.