La incertidumbre que ha salpicado el futuro de ERC, resuelta parcialmente tras las votaciones que el sábado otorgaron de nuevo a Oriol Junqueras el mando del partido, planea ahora sobre la entidad local más importante de Cataluña, el Ayuntamiento de Barcelona. El triunfo de la dupla Junqueras y Alamany, la número uno de los republicanos en el consistorio barcelonés, permite vislumbrar cierta facilidad para que la futura gobernancia del Ayuntamiento cuente con la presencia del agitado, fracturado e implosionado partido republicano.

Las necesidades de gestión que tiene por delante la administración local barcelonesa hacen recomendable dotar de mayor fortaleza el puente de mando del Ayuntamiento. Collboni ha lidiado en solitario pero los presupuestos y los planes de enjundia precisan de votos amigos para salir adelante. ¿Será ERC un aliado? La lógica indicaría que sí pero la coherencia no siempre es el resultado de las decisiones políticas. ERC se ha inclinado por la opción que representa Oriol Junqueras pero el partido sigue dividido tras un año horribilis por lo que respecta a su reputación. Iniciar un periodo de colaboración con el PSC en Barcelona aliviaría a la cúpula socialista y beneficiaría a ERC, que volvería a subirse al carro de determinadas decisiones y, lo más importante, de poder seguir conectada al dinero institucional, el auténtico oxígeno para los cargos de un partido.

Hasta el momento, el equipo de gobierno del consistorio barcelonés ha logrado llevar adelante el día a día de su gestión. Pero conforme avance la legislatura vendrán curvas más pronunciadas que dificultarán la acción de gobierno y por tanto la posibilidad de sacar adelante los planes del consistorio. La alianza natural con ERC y con los Comuns tras la era Colau parece el escenario fácil aunque las discrepancias complicarían la posible unión de intereses. Por un lado, con ERC las diferencias podrían producirse si hubiera un distanciamiento de los republicanos con el Gobierno de Pedro Sánchez que de rebote afectara tanto a las relaciones municipales como a las autonómicas. Por otra parte, la alianza con Comuns tiene el amargo trasfondo del desacuerdo ideológico con las líneas maestras de la política económica que necesita Barcelona y que Collboni ha explicitado querer impulsar.

Con quien no tendría el PSC choques de modelo económico sería con Junts en el Ayuntamiento, pero las cosas entre los independentistas y la órbita socialista sufren en la actualidad de un pico de tensión por la incomodidad del líder independentista con el presidente del Gobierno.

El tetrix del mapa político complica las soluciones que podrían ser buenas para los ciudadanos, pero ya se sabe que el oportunismo del tacticismo supera en muchas ocasiones a las cuestiones que pueden aliviarle el futuro a la gente.