Hemos vivido desde el desasosiego y la tristeza más profunda, la catástrofe de la pérdida de más de dos centenares de vidas humanas y de múltiples daños materiales provocada por las inundaciones en la Comunidad Valenciana. Como en todas las catástrofes surge junto a la tragedia humanitaria, la vertiente más positiva de la condición humana, la solidaridad, representada en este caso por decenas de miles de voluntarios procedentes de todos los rincones de España

Pero la solidaridad no es suficiente sin la existencia y el protagonismo de un Estado fuerte, social y democrático, sin el entendimiento de todas las instituciones involucradas, y la lealtad entre administraciones. “El pueblo solo puede salvar al pueblo, cuando se organiza en Estado y lo pone a su servicio y no cuando tolera que se desmantele o cuando se permite que sean otros quienes se apoderen de sus recursos”.

Llama la atención que el “antisistema” Mazón, en un claro intento de eludir sus responsabilidades, desarrolle durante su intervención en les Corts valencianes (en donde parecía actuar como imputado), una dialéctica demagógicamente agresiva contra el “sistema”. Su aportación a la historia de la indignidad ética y política se refleja en su perseverante intento en dinamitar la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología), adjudicándole la responsabilidad de la catástrofe y afirmando con rotundidad que todo el sistema falló.

En el frívolo cerebro del President en “funciones”, este fallo del sistema podría deberse a diversas causas. Una podría ser la maldad del Gobierno de España, que como apunta su compañera de partido, la trumpista Ayuso, castiga a Valencia por tener un gobierno del PP y para satisfacer a sus “socios” catalanes. Por otra parte, sin sonrojo alguno aprovecha la oportunidad para arrojar el fango de la duda sobre el funcionamiento de organismos de predicción basados en desarrollos científico-tecnológicos.

Todo vale para salvarse, el personaje aprovecha la oportunidad no solo para llevarse por delante la credibilidad y prestigio de los organismos de predicción de riesgos sino también para dinamitar la confianza ciudadana en las instituciones y ayudar a destruir la lealtad entre las Administraciones.

En este escenario de despropósitos aparece otro elemento perturbador. El Consell de la Generalitat valenciana gobierna con el soporte del “populismo negacionista" de Vox, e incluso encierra en sus propias filas la sorprendente aportación de la consellera de Turismo de la Generalitat Valenciana, Nuria Montes, adjudicando al cambio climático las bondades de la “ampliación de la temporada turística". 

Detengámonos por un momento en la “valiosa” aportación del populismo negacionista de los “amigos” de VOX, que combina estrategias populistas con el rechazo o negación de hechos o evidencias ampliamente aceptadas, como la ciencia, la historia o la realidad social. Este tipo de populismo se caracteriza por la construcción de narrativas que contradicen o distorsionan los consensos establecidos, con el objetivo de movilizar a un sector de la población que se siente excluido o marginado de las élites tradicionales. Un negacionismo del cambio climático, que tan brutalmente ha castigado a la Comunitat Valenciana.

Curioso gobierno valenciano, mezcla híbrida de ultraliberales, conservadores sociales, con el soporte “taurino” de integristas católicos y negacionistas.

La respuesta a esta historia de despropósitos solo se puede hacer desde el reforzamiento de las instituciones, y no minando su credibilidad. Unas instituciones que tienen la gran oportunidad de abordar la reconstrucción de las zonas devastadas, aplicando soluciones que deberán tener en cuenta el equilibrio medio ambiental. Será necesario repensar el territorio e introducir la perspectiva del cambio climático, que acentúa los fenómenos extremos.

Sería un grave error reconstruir algunas de las infraestructuras que se ha llevado la gigantesca riada sin tener en cuenta la información que nos suministra lo sucedido. Será imprescindible hacer un análisis previo para identificar los "puntos críticos y pensar en el rediseño del urbanismo y las infraestructuras para adaptarse a la nueva situación". Se necesita abordar una reconstrucción resiliente y justa. Por lo que poner a Mazón al mando sería como poner al lobo a cuidar a las ovejas.

En definitiva, no es el sistema el que falló -al margen de las mejoras y nuevos protocolos que habrá que introducir- sino la irresponsabilidad de un “gobernante” que no es capaz de justificar su desaparición durante un largo ágape de más de tres horas de duración e intenta explicar su tardía presencia en el Centro de Coordinación Operativa Integrada (Cecopi) por la densidad del tráfico valenciano.