El Idescat (Instituto de Estadística de Cataluña) realiza habitualmente trabajos de investigación sobre multitud de aspectos para conocer cómo es la realidad social, económica y cultural de Cataluña. Estos informes nos dan una idea de cuáles son las demandas y preocupaciones sociales existentes en ese momento.

Una de las cuestiones que se debaten desde hace meses es el retroceso del catalán en su uso social, cosa que ha impulsado al nuevo Gobierno catalán a crear una consejería específica que trate el tema, una acción que considero personalmente una muy buena iniciativa.

De forma casi paralela, hace relativamente pocos días, la doctora María González Davies (Universidad Ramon Llull de Barcelona) me hizo llegar los últimos datos de la encuesta sobre los usos lingüísticos en Cataluña, tema que me interesó de inmediato y al cual me gustaría dedicar algunas reflexiones.

En la situación actual que vivimos he intentado situarme más allá de la polémica del uso entre el catalán y el castellano. Y surgen algunos datos interesantes en relación con la constatación de que Cataluña avanza hacia una comunidad manifiestamente plurilingüe.

No solo hablamos catalán y castellano, inglés, francés, italiano, alemán… sino también el árabe, el urdu, el tagalo… entre otros muchos que no mencionaré por falta de espacio en este texto. Este dato refleja una oportunidad histórica.

Nuestra historia ha girado en torno al Mediterráneo, haciendo del comercio nuestro leitmotiv económico. Espacio y mar que abarca tres continentes y 23 países, ¡con una población total de 1.800 millones de personas!

Piensen que en todo el continente americano viven 1.000 millones de personas y se darán cuenta de la potencialidad que han supuesto históricamente los intercambios entre países mediterráneos, y la potencialidad actual, en tiempos de globalización y movimientos humanos continuos.

Los territorios más dinámicos son espacios de acogida, de bienvenida, de tierra de oportunidades. Barcelona, como puerta de entrada de Cataluña, y el propio país tienen la oportunidad de hacer una política lingüística inclusiva, de recibimiento y de aceptación de la otredad en su plenitud, incluidos sus rasgos lingüísticos.

Examinando los datos ofrecidos por el Idescat, destacan algunos matices en cuanto a la segregación del uso del catalán por actividades económicas y territorios. Es relevante señalar que en las Terres de l’Ebre es donde el catalán es más habitual, al margen de los estereotipos que podamos tener previamente. Dato para la estadística…

Somos conscientes de que los orígenes lingüísticos son y serán cada vez mayores. Hay ciudades en el mundo cuyas escuelas son como una representación de las Naciones Unidas: en Nueva York se hablan más de 800 idiomas; en Londres, 300, y en Barcelona y su área metropolitana, 200, avanzando en una dirección incremental.

Y no olvidemos que detrás de una lengua hay muchos otros factores: culturales, religiosos y económicos que, a menudo, hacen que nuestra percepción no se ajuste a la pura realidad que nos rodea.

Respetar los derechos de las personas incluye también el uso de sus lenguas. Una buena escolarización es importante. Hemos de reforzar la labor de las escuelas inclusivas, siguiendo las acciones y premisas del Consejo de Europa, y la investigación que se hace desde muchas universidades en todo el mundo.

Integrar es hacer sociedades más fuertes y resilientes. Retener el talento no significa solo incrementar el salario, sino considerar aquellos aspectos que determinan una buena cohesión social.

Según me comenta la doctora está prevista una nueva edición antes de final de año… ¡seguiremos expectantes su evolución!