La compañía Hipra, productora de vacunas para animales, figura entre las más descollantes y rentables de la provincia de Girona. Su cuna y su cuartel general radican en Amer, el pueblo natal de Carles Puigdemont.

Tiene de propietarios a los cuatro hermanos Nogareda, encabezados por David. Este ejerce de presidente ejecutivo. Acérrimo independentista, es amigo personal del expresident fugitivo.

Quizá la característica más singular de Hipra resida en su opacidad extrema. Los gestores no suelen otorgar entrevistas a los medios. El pasado verano dieron a la luz una nota de prensa sobre los quehaceres y los resultados del ejercicio 2023.

Pero el apogeo de las sombras persiste, pues dichas cuentas omiten olímpicamente un arsenal de datos y pormenores con el pretexto de que su divulgación podría acarrear perjuicios económicos a la sociedad.

Sobre las cincuenta subsidiarias que tiene desperdigadas por medio mundo se limita a dar el nombre, el país y el tipo de actividad. No aporta ni un solo dato más "por considerarlo información confidencial".

Tampoco facilita la distribución del giro por categorías y mercados geográficos porque ello "podría acarrear perjuicios al grupo". Asimismo, escamotea el desglose de las compras y las transacciones con partes vinculadas, es decir, con miembros de la familia Nogareda.

Para rizar el rizo del ocultismo, elude reseñar las corporaciones mercantiles que son accionistas de la holding y la retribución devengada por los administradores y la alta dirección. Esgrime una vez más la sobada excusa de imaginarios daños derivables de su conocimiento por parte de terceros.

Estos clamorosos camuflajes merecen cada ejercicio el sistemático reproche del auditor Grant Thornton, que estampa la pertinente "salvedad", ahora llamada púdicamente "fundamento de la opinión modificada".

Pese a semejante retahíla de encubrimientos, se sabe que la saga Nogareda controla Hipra por medio de cuatro entidades. Se denominan Clau de Safir, Clau d’Atzabeja, Clau de Robi y Clau de Maragda. Están domiciliadas en las oficinas de Hipra en Amer y sus titulares respectivos son David, Arnau, Mar y Milena Nogareda. Milena desempeña sus propias ocupaciones personales, no trabaja en la compañía y se limita al cómodo deporte de ingresar el dividendo anual que se acuerde.

El máximo órgano de gobierno de Hipra lo componen los tres hermanos de marras, amén de la directora Èlia Torroella y los consultores Alfredo Bru y Richard Rechter, de orígenes franco-rusos.

Rechter ejerció de primer ejecutivo de la baqueteada textil Dogi a finales de los años noventa, cuando salió a bolsa y su dueño Josep Domènech propinó un pelotazo de 22 millones.

Más tarde, en el periodo de 2014-2022 pasó al consejo de administración de Dogi en calidad de asesor, donde coincidió con Alfredo Bru. Corriendo el tiempo la empresa cambió su nombre por el de Nextil y trasladó la sede a Madrid.

Hipra es especialista en vacunas para animales productores. Gracias a la experiencia adquirida, abordó hace tres años la elaboración de vacunas para humanos. En este renglón destaca la del coronavirus Bimervax. Fue la primera compañía hispana que logró la aprobación de la Agencia Europea del Medicamento. El negocio es incipiente y sus ventas son testimoniales. Por el momento, el vial no está cumpliendo ni de lejos las expectativas esperadas.

Hipra está volcada a la exportación, que le aporta nada menos que el 88% de los ingresos gracias a su tentacular expansión por más de un centenar de países.

Los poderes industriales del conglomerado se resumen en seis fábricas en España y Brasil, amén de once centros de diagnóstico y tres laboratorios de investigación. Entre todas las instalaciones aglutinan una plantilla de 2.500 empleados.

Las magnitudes del grupo son espectaculares. Arrojan una facturación de 452 millones, un beneficio de 51 y un patrimonio de 416.

En los últimos cuatro años ha repartido a la afortunada saga propietaria dividendos por importe de 43 millones, 12 de los cuales se libraron el año pasado.

Tras cinco décadas de dedicación a las vacunas para ganado, Hipra ha alcanzado un logro digno de nota. Se ha encaramado nada menos que hasta el quinto puesto del escalafón mundial del sector.