La condición de multimillonario no presupone hacer honor a las obligaciones contraídas y satisfacer las deudas a los acreedores. Un ejemplo palmario lo brinda la andorrana María Reig Moles, de 73 años, poseedora de una de las mayores fortunas del Principado pirenaico, aunque venida a menos de forma dramática de unos años a esta parte.
Reig protagoniza ahora una insolvencia de enorme bulto, tal como informó el lunes en primicia Crónica Global. Se trata de la sociedad Flikat Invest, hasta abril último denominada Reig Capital Group. Esta entidad ha instado suspensión de pagos y ha pedido la liquidación en Barcelona.
El expediente reviste las características propias de una quiebra. Los estados contables arrojan unos activos de 5 millones y un pasivo exigible de 14.
Tales magnitudes evidencian la radical mengua que han sufrido las inversiones de Reig en España y otros enclaves. Un lustro atrás, esos activos estaban contabilizados en 260 millones. Entre ellos despuntaba como mascarón de proa el lujoso hotel Mandarin Oriental, del paseo de Gracia.
La ingente masa de recursos se ha convertido en humo debido a unas escalofriantes pérdidas acumuladas de 300 millones. En este dato se condensa como pocos la hecatombe sufrida por Flikat.
María Reig ha batido todos los récords habidos y por haber en su país. Su descalabro es el más grueso que ha sufrido nunca alguno de los caciques que pululan en Andorra desde tiempo inmemorial.
Flikat administra los negocios de Reig en España y América. Su principal filial se titula Trivalor, que fue dueña del Mandarin hasta julio de 2023, cuando cedió el céntrico edificio a un consorcio saudita, con un fuerte quebranto.
Asimismo, Flikat finiquitó sus inversiones en un complejo turístico de Puerto Rico, que fue devastado tiempo atrás por un terremoto. El importe desembolsado en esa desgraciada aventura caribeña se cifra en 120 millones y se ha perdido por completo.
Para rematar la faena, Flikat anda metida en pleitos y querellas con sus prestamistas, que le reclaman desde hace años los débitos pendientes.
María Reig conserva todavía el 20% del banco Creand (ex Crèdit Andorrà). Es un relevante paquete individual, por encima de las históricas sagas Pintat y Casals.
Según fuentes bancarias, los títulos están pignorados como garantía de préstamos recibidos por Reig y los acreedores tienen intervenidos los dividendos.
Para afrontar sus urgencias crematísticas, la dama se vio forzada a desprenderse de la mansión que poseía en Pedralbes y de sus propiedades en París. “Todavía conserva inmuebles y predios en Andorra, pero cada vez menos”, aseveran las mismas fuentes.
Carlos Enseñat Reig, hijo único de la empresaria, dirigió Flikat como gerente hasta el pasado mes de abril, cuando nombró a un testaferro llamado Víctor Soriano. Este personaje se ha encargado de instar el fallido de la sociedad.
Mientras su grupo familiar se hundía en la Ciudad Condal, Enseñat decidió abordar nuevos retos profesionales en su calidad de servidor público. Desde el año pasado es síndico del Consell General de Andorra. Y se ha vinculado por vía matrimonial con la política catalana, pues está casado con Albert Batalla, ex alcalde convergente de La Seu d’Urgell.
La liquidación por derribo de Flikat en los tribunales mercantiles de Barcelona significa el siniestro punto final a las andanzas de María Reig y su vástago en España. El alud de números rojos y los agujeros que dejan tras de sí reflejan con precisión quirúrgica su nefasta gestión. Esta se puede resumir en una fatal mescolanza de infortunios de la naturaleza, incompetencia y escasa humildad.