Mañana Salvador Illa estará en su despacho del Palau de la Generalitat tras unos días de asueto en los que estaba enganchado a su teléfono cerrando los segundos niveles de su Govern junto a los consellers. Una tarea menor si se tiene en cuenta la compleja situación en la que debe transitar. Los dos primeros meses pueden ser hasta tranquilos mientras se espera la resolución de las dos principales incógnitas: el congreso de ERC y el congreso de Junts. El primero para saber qué pulsión tendrá con el Govern la nueva dirección republicana y el segundo para saber qué papel quiere tener Puigdemont en la política catalana y la española.

En ERC, Oriol Junqueras se perfila como presidente del partido porque, de momento, no hay nadie enfrente con la suficiente solvencia. Aunque como dice el dicho, hasta el rabo todo es toro. Junqueras puede volver a asumir la dirección, pero el partido está dividido y “estresado”, y él puede ser muchas cosas, pero no es savia nueva. Es más de lo mismo y su elección aparcará la principal decisión que debe tomar ERC: buscar nuevos liderazgos para afrontar la etapa posprocés, porque difícilmente el que lideró el procés fracasado tiene la capacidad de afrontar la nueva etapa. Pero, es lo que hay, en ERC no parece haber más cera que la que arde.

En Junts, tampoco. Las piruetas de Puigdemont han dejado a su partido inmerso en la incertidumbre. Dijo que se iría si no era president, pero no parece que tenga intenciones de irse y el que lideró el procés quiere seguir al frente de la nave. El primer interrogante es si Josep Rull lo nombrará jefe de la oposición y el segundo es cuál será su papel tras el congreso de su partido.

Junts es la derecha de toda la vida que convive todavía con los activistas irredentos. Puigdemont es una simbiosis de ambos perfiles, pero debe decantarse por una de estas dos almas. La patronal catalana en su comunicado nonato le apuntaba el camino. El Foment dirigido por Sánchez Llibre quiere estabilidad, por lo que aplaude al nuevo Gobierno de Salvador Illa, y de rebote al de Sánchez, y al tiempo quiere que el Supremo deje de hacer política y aplique la amnistía a Puigdemont para tener un interlocutor básico en el panorama político catalán. Aplauden la normalización que representa Illa, y su talante conciliador, pero saben que hay numerosos frentes en los que el Govern y la Casa Gran de los empresarios catalanes van a chocar. Por eso, quieren que Junts tenga un papel, pero mientras siga teniendo el papel de CUP de derechas no lo tendrá. La libertad de Puigdemont en este escenario es clave.

El comunicado de Foment esconde también más mensajes. Además de Sánchez, Illa y el Tribunal Supremo, Nuñez Feijóo es destinatario final. Los empresarios apoyan el concierto solidario porque están hartos de la infrafinanciación de Cataluña y también de la escasa ejecución presupuestaria que retrasa infraestructuras necesarias. Con Illa se aparcarán las veleidades de los gobiernos independentistas y se pueden agilizar las ejecuciones, pero para eso se requieren presupuestos en España. Puigdemont y Nuñez Feijóo, la derecha, tienen que asumir su nuevo papel y el líder del PP debería volver a los planteamientos de su partido de 2012, donde reconocía la infrafinanciación y planteaba una financiación “singular”.

El líder del PP, sin embargo, está en modo Vox y ha llamado a sus huestes a la enésima cruzada para evitar que “España se rompa”. Lo cierto es que no se rompe a pesar de la derecha nacionalista, española y catalana, que la ansía con pasión. El comunicado de Foment y la estrategia que conlleva es claro. Dedíquense a la política para garantizar la vuelta a la normalidad y sentar nuevas bases económicas que pongan fin al decrecimiento. Y los destinatarios son los representantes de las derechas, porque Foment es la voz de los empresarios, es una entidad conservadora, y es en esta derecha en la que quieren influir. El comunicado no nato, que no vio la luz porque Puigdemont se puso ufano, burló a los Mossos y se marchó como en la canción de Perales, tiene mucha letra pequeña. Conviene leer entre líneas.