Los dueños de la empresa de perfumería y moda Puig están a punto de soltar uno de los pelotazos más espectaculares que se hayan propinado nunca en Cataluña. Si los planes se cumplen, a primeros de mayo la corporación comenzará a cotizar en la lonja.
Las tasaciones preliminares otorgan a la entidad una fastuosa valoración de entre 10.000 y 12.000 millones de euros. El linaje propietario pretende colocar alrededor de la cuarta parte del capital mediante una doble operación.
Primera, una oferta pública de venta de títulos, por la que planea recaudar 1.250 millones. Entraña una transmisión pura y dura de las acciones, es decir, lo que se suele llamar un petardazo en toda regla. Dicho en otros términos, el dinero no entrará en la caja de Puig, sino en las cuentas particulares de sus amos.
Y segunda, una oferta pública de suscripción, por una suma similar a la primera. Esta sí supone un ingreso en las arcas sociales, que se empleará en amortizar parte de las abultadas deudas y, si se tercia, tomar el control de alguna competidora extranjera que se ponga a tiro.
Puig se fundó en 1914 por iniciativa de Antonio Puig Castelló. Desde entonces han transitado por su cúpula tres generaciones. Tras la del pionero, llegó la formada por los hermanos Antonio, Mariano, José María y Enrique Puig Planas, que sentó las bases del vigoroso crecimiento del grupo y le dio un fuerte impulso. Una de sus bazas comerciales reposó en la legendaria Agua Lavanda, glorioso número uno del sector.
Dicho cuarteto recibió a lo largo de su existencia varias ofertas tentadoras para salir a la bolsa. Siempre las rechazó enérgicamente, porque quería mantener contra viento y marea el carácter familiar de la empresa.
La situación perduró hasta la defunción de José María, el postrero miembro de la liga fraterna que desapareció del mapa, con 92 años a cuestas. Su muerte acaeció en febrero último. Dio paso franco a la hornada siguiente.
La tercera promoción no ha perdido el tiempo. Bien al contrario, ha ido al grano. Van transcurridos poco más de un par de meses del tránsito de José María y ya ha decidido consumar el trasvase a manos ajenas de una parte de los haberes mediante el salto a la contratación en el parquet.
Es de recordar que los cuatro patriarcas tuvieron en total catorce hijos. De ellos, Antonio se conformó con un solo descendiente, Manuel Puig Rocha, quien ahora resulta ser el principal socio de la casa, con un 24%. Mientras tanto, la cuantía de las participaciones en poder de cada uno de sus numerosos primos se comprime lógicamente a guarismos muy inferiores.
Los Puig no fueron mancos precisamente a la hora del reparto de los excedentes. De hecho, la estirpe exprimió el negocio de las fragancias como un limón.
En efecto, cifras cantan. En el intervalo 2008-2022 se embolsó en concepto de dividendos la fruslería de 1.100 millones.
PUIG EN CIFRAS (en millones de €)
Año | Ventas | Resultado |
2023 | 4.300 | 463 |
2022 | 3.620 | 400 |
2021 | 2.585 | 233 |
2020 | 1.537 | -69 |
2019 | 2.029 | 226 |
2018 | 1.932 | 242 |
El conglomerado está liderado en el plano ejecutivo por Marc Puig Guasch, hijo de Mariano. En 2004 se le nombró consejero delegado y tres años después ascendió a la presidencia en lugar del veterano Javier Cano Cornide, hombre de confianza de los Puig Planas durante más de tres décadas.
En teoría, y en función de criterios exclusivamente matemáticos, Manuel Puig Rocha parecía llamado a empuñar la vara del mando, dado que es de largo el máximo accionista. Pero le arrojaron a la cuneta los estrictos protocolos de sucesión internos. Disponen éstos que la batuta debe reservarse para el más capacitado de los primos hermanos. Y hete aquí que la elección recayó en Marc, habida cuenta de su preparación, carisma y su fondo equilibrado y sereno, como si de una colonia sofisticada se tratase.
Obras son amores y no buenas razones. Bajo su caudillaje, el consorcio experimentó un empujón exponencial. A golpe de talonario, adquirió una decena de firmas competidoras. Gracias a tales compras, la facturación y los resultados se catapultaron a cotas elevadas y erigieron al emporio en uno de los mayores y más rentables de Cataluña.
La irrupción en las pizarras oficiales de cambios ofrece al clan una caudalosa fuente de enriquecimiento personal, pero también entraña serias servidumbres. Por ejemplo, la CNMV obligará de entrada al estado mayor de la sociedad a revelar el importe de las gruesas retribuciones del consejo de administración y de la alta dirección. También pedirá explicaciones sobre los cambalaches internos que proliferan con las llamadas “partes vinculadas”, es decir, con los propios Puig.
Los balances del grupo han omitido sistemáticamente tales pormenores, no sin provocar las consiguientes salvedades del auditor. Por cierto, semejante opacidad no es nueva, sino que viene imperando desde tiempo inmemorial.
Es sabido que los perfumes evocan emociones en uno mismo y las suscitan en los otros. Son como un himno al amor, la felicidad y la alegría. Quizá por ello, y también por el dineral que se van a meter en el zurrón, los Puig han decidido desembarcar a todo trapo en el lucrativo mundo bursátil para compartir los réditos de sus lociones con los ahorradores privados. Si la aromática apuesta se corona con éxito, la saga devendrá, por el arte de magia de los vericuetos financieros, en una de las más opulentas de España.