La Oficina de Conflictos de Intereses y la Comisión de Venecia, dos tiros por la culata del PP. La primera exonera a Begoña Gómez, la esposa del presidente Sánchez, en el caso Air Europa y la segunda normaliza la ley de amnistía; dos elefantes en la cocina de Génova, 13.
Queda pendiente otra mujer de boato y armas tomar: la presidenta de Madrid, Díaz Ayuso, cuya pareja sentimental, Alberto González, está siendo investigado por la Agencia Tributaria y la fiscalía por presunto delito fiscal, la elusión del IRPF por la vía del embudo en el que caben dos tributos menores, como el patrimonio y los beneficios.
A Isabel la defiende su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez (MAR), de labia fácil, propenso a la descalificación y capaz de “triturar” a un periódico que cuenta las desventuras de la presidenta autonómica. Al otro lado de la justa entre los dos poderes, el ministro socialista Óscar López lleva en su lanza los colores de la dama injuriada, Begoña Gómez, presidenta a la sazón.
Hay dos mujeres frente a frente, Ayuso y Begoña, y dos guerreros dispuestos al todo o nada, Miguel Ángel y Óscar López, castellanos viejos, tribunicios de labia fácil, alejados de la elocuencia de Don Emilio Castelar y escorados hacia la verborrea balística de las redes sociales, pantano de la razón, noria del insulto y huerto de la hipérbole.
Ayuso, rodeada de casos en barbecho, como la venta de mascarillas de su hermano, las residencias de ancianos durante la pandemia o el precipicio tributario de Gómez. Begoña, acusada por los conservadores de haberse reunido con el presidente de Globalia, accionista de Air Europa, antes de que la compañía de vuelos recibiera una inyección de dinero público destinado a reflotarla. Los hechos dicen hasta ahora que Ayuso y Begoña representan la fatalidad flagrante frente a la sombra falaz de una sospecha.
MAR, orgullo del macizo de la raza, se distancia y se acerca al periodismo con el primor juguetón de un sabelotodo. Es la fuente y la virtud de las portadas, pero puede ser un feroz enemigo, dispuesto a probar su virilidad –“que os den”– en los cuarteles del contraste y la verdad. Óscar López vela armas la noche antes de la batalla, concentra su espíritu en el campo de Marte del Parlamento, mata o muere, domina el arte de la epístola que la era digital ha convertido en nótula. En un país como España, enfermo de ideología, este debate muestra un estilo utilitario, rotundo y en ocasiones peligrosamente sacro.
Los litigantes en cuestión se saben sobradizos. Son las dos riberas de un mismo río alimentado por la influencia de Cataluña, la polimetría nacionalista que incidirá sobre el conjunto a partir del 12M, fecha del adelanto electoral. El rechazo de los comuns al presupuesto de la Generalitat provocó la convocatoria de Pere Aragonès y desencadenó la prórroga de los Presupuestos Generales del Estado. ¿Una carambola sobre el tapiz de un billar o el cálculo maquiavélico del algoritmo parlamentario que une los intereses socialistas con los de ERC?
La sospecha ya extendida acerca a los dos partidos unidos por conveniencia en el Congreso y en el Parlament. En Madrid para acercar el soberanismo a un Ejecutivo de coalición, en el que la hegemonía de Sánchez se refuerza con el salvoconducto de Oriol Junqueras, mientras que en Barcelona se descarta la coalición natural de los dos partidos soberanistas. Pierde Junts y se debilita la influencia de Sumar, el grupo de Yolanda Díaz, incapaz, hasta ahora, de articular un nuevo partido nacional. Se pone en marcha la locomotora de una España realmente federal y se descarta la locura de una nueva DUI, desalojando a Junqueras de la primera línea.
La maduración del modelo catalán pactista está basada en la falacia de tomar por causa lo que no es (non causae ut causae). La cercanía entre PSC-PSOE y Esquerra viene de lejos y la ruptura de los comuns en el presupuesto por culpa del Hard Rock solo es la falacia. La nueva singladura de Sánchez se angosta. La batalla de la oposición por inculpar a Begoña Gómez es la respuesta evidente a la última incidencia de Ayuso, la presidenta con el deje que adornó los últimos días de Esperanza Aguirre.
En defensa de su dama de corazones, Miguel Ángel Rodríguez se ha unido a la respuesta ab hominem contra la esposa del presidente Sánchez. Sin embargo, la primera reacción airada de Ayuso contradiciendo a la Agencia Tributaria ha llevado más allá de sus límites una exposición que dentro de ellos habría resultado verdadera.
Las dos mujeres en disputa, una por acción (Ayuso) y otra por omisión (Begoña), deben serlo y parecerlo, como la mujer del César.