Todo son pulgas, dice el refranero español. Y el refranero siempre tiene razón. El perro flaco es el Partido Socialista. Al revolcón, sin paliativos, de las elecciones gallegas se ha sumado esta semana el tifón Koldo. El malestar interno ha subido enteros y el ruido decibelios.

Dice el presidente que el error ha sido no reforzar los liderazgos territoriales. Eso podría decirlo cualquiera menos Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. En Galicia los socialistas han cambiado de candidato cuatro veces en 12 años. Lo mismo que en Madrid, Comunidad y Ayuntamiento. Sánchez es el responsable de dinamitar los liderazgos de Canarias y Baleares, por ejemplo, llevándose a sus líderes a Madrid, uno como ministro, otra como presidenta de las Cortes. O sea, el presidente es el principal responsable de la descapitalización del PSOE en el territorio.

Mientras el PSOE se revolvía incómodo tras los resultados gallegos, que dejan al partido sin ser referente de la izquierda ya en tres territorios: Galicia, Euskadi y Madrid, y se lamía las heridas con Page metiendo el dedo en la llaga, aparece Koldo. El caso Koldo, llamado así de momento porque nunca se sabe.

El primer error de Sánchez, al que se le notaba tocado en su viaje a Marruecos, fue entrar de lleno en el fango equiparando el caso con el hermano de Ayuso. Error porque el señor Ayuso está exonerado por la justicia. Error porque si bien hay pocas dudas de que utilizó el nombre de su hermana para lucrarse, hizo la correspondiente declaración a Hacienda y es un señor privado. Koldo era empleado público cuando, supuestamente, se puso las botas y la justicia está actuando.

Los puntos oscuros se multiplican. Dejando fuera los aspavientos del PP que culparan a todo perro pichichi de corrupción, hay algunas lagunas. ¿Cuándo dejó Koldo de ser militante socialista? No es un dato menor. ¿Hasta dónde sabía su jefe, el ministro Ábalos? Koldo fue, nada más y nada menos, que el custodio de los avales que permitieron a Sánchez competir en las primarias con Susana Díaz. Llegó a Madrid de la mano de Santos Cerdán, hoy secretario de organización. Ya no es militante pero en el PSOE no dicen cuando dejó de serlo parapetándose tras la ley de protección de datos.

Koldo era el hombre para todo de Ábalos que se permitía amenazar a dirigentes socialistas como contó el alcalde de León, José Antonio Díez Díaz, que tras recriminar al ministro en un acto el tal Koldo le espetó “tengo tres años para joderte”. Se hace difícil pensar que el ministro estaba ajeno a estos movimientos porque además era el secretario de organización del PSOE. ¿Por qué Baleares no reclamó antes a la empresa que le vendió mascarillas defectuosas, empresa vinculada a Koldo? Lo hizo justo tras perder las elecciones.

El temporal está lejos de amainar y deja solos ante el peligro a Eneko Andueza en Euskadi y a Salvador Illa en Cataluña. Ambos hacen los deberes. Recorren territorio y cuajan sus candidaturas pero las pulgas les pueden saltar. Eneko se la juega el 21 de abril. Las encuestas le dan una subida pero las carga el diablo. Salvador sigue recorriendo su circo de tres pistas. El de la gestión diciendo claramente que Cataluña ha perdido 10 años por sus veleidades independentistas, el de la amnistía que debe cerrarse de inmediato y el de la influencia serena de los socialistas alejados de la gesticulación de los independentistas. Hacen su trabajo y lo hacen bien pero las heridas del PSOE se podrían gangrenar en Euskadi y Cataluña. Sánchez debe darse cuenta que Ábalos tiene que dejar el escaño porque como mínimo es culpable de no vigilar al tal Koldo y debe poner orden en su núcleo duro que se asemeja mucho a aquellos dibujos animados protagonizados por un tal Pierrenodoyuna. Pues eso, Sánchez debe tomar decisiones porque se la juega en los próximos meses incluyendo las europeas.