El Govern de ERC ha logrado un triplete de “éxitos” difíciles de conseguir. El secesionismo representado por Junts ha votado en contra de la ley de amnistía que tenía el apoyo de ERC; durante meses, el Govern se ha mostrado a la deriva, incapaz de encontrar las medidas a tomar para responder a una sequía sin precedentes y finalmente su desastrosa gestión de la realidad ha conducido a Cataluña a una sensación de desgobierno en plena tormenta social, económica y política a nivel europeo.
Vayamos por partes; aunque la principal responsabilidad de la no aprobación de la amnistía recae sobre el fugitivo de Waterloo, la realidad es que por, el momento, la amnistía tan aireada por el secesionismo está en el alero. Posiblemente, al caudillo de Junts no le interesa una amnistía que no le garantice su vuelta triunfal a la política catalana. Las movidas judiciales de García Castellón (Tsunami Democràtic) y Aguirre (operación Voloh) amenazan con dificultar su retorno sin cargos.
Sin duda el mayor “logro” del Govern hasta la fecha ha sido la inacción y la total ausencia de estrategia para responder al reto de una sequía sin precedentes, que amenaza a las condiciones de vida de los ciudadanos y que puede tener importantes repercusiones económicas. Ante la gravísima sequía y sus consecuencias, el Ejecutivo catalán ha permanecido durante el último año paralizado y carente de estrategia de actuación.
Es cierto que la situación de crisis no solo es achacable a la inacción del actual Govern, sino que es la consecuencia de la ausencia de inversiones durante largos periodos de los gobiernos secesionistas. En el pasivo de nuestros gobiernos identitarios figuran los incumplimientos en la programación de inversiones para equipamientos como las desalinizadoras de Tordera II y Cubelles/Fox. En el caso de Tordera, la ley preveía sacar a concurso público en el 2023 las obras de esta instalación, la realidad es que aún no se han adjudicado. Entre los “logros” de los gobiernos nacionalistas deben apuntarse los retrasos en el proyecto y la obra de ampliación de la estación de tratamiento de agua potable del Besòs y las nuevas captaciones subterráneas y superficiales.
Llama la atención de que mientras las reservas de las cuencas del Ebro están al 80% de su capacidad, el miedo de ERC a perder apoyo electoral en ese territorio ha ido impidiendo el minitrasvase del Ebro a Tarragona/Barcelona, una interconexión aprobada que nunca se hizo. El proyecto se adjudicó a un grupo de empresas encabezado por Agbar, por 164 millones de euros. La previsión era acabar los trabajos en seis meses.
Urge que el Govern se ponga las pilas y utilice las tecnologías de recuperación, regeneración y reutilización de recursos hídricos desarrolladas por la multinacional Agbar, líder mundial en la optimización de recursos hídricos escasos. La regeneración supone aplicar al agua de las depuradoras un tratamiento adicional que permite reutilizarla con todas las garantías sanitarias y devolverla a la naturaleza o emplearla para nuevos usos. Cada vez será más necesario el uso y desarrollo de nuevas tecnologías de digitalización aplicadas a la optimización de la gestión del uso integral del agua.
El Govern da la sensación de desconocer que existen unos fondos Next Generation de aplicación a los proyectos de regeneración y reutilización de agua para uso doméstico alineados con la estrategia de la UE en combatir el cambio climático. Todo ello exigiría sustituir la política victimista y de confrontación con el Gobierno central, que ha identificado a los gobiernos secesionistas, por la estrategia de buscar y desarrollar espacios de colaboración. Si algo ha caracterizado a este Govern en todo el proceso señalado ha sido la falta de información sobre la realidad y las medidas a tomar, así como el continuismo en la falta de inversiones y la ausencia de estrategia hídrica.
Una vez más se ha constatado el desgobierno de un Govern en funciones carente de estrategias en el campo energético, industrial, hídrico… Incapaz de movilizar los 5.500 millones de euros del Fondo de Resiliencia que se necesitaría para reducir el déficit inversor en infraestructuras que Foment calcula en 40.000 millones de euros. Una Administración gestionada por un partido confuso y sin ideas, incapaz de ejercer sus competencias en el terreno de la sanidad y la enseñanza, cuya gestión es manifiestamente mejorable. Es curioso resaltar que lo que peor funciona en Cataluña son las áreas en donde el Govern tiene competencias plenas.
Un Govern continuista de los gobiernos secesionistas anteriores empeñados en una permanente y cainita confrontación a la espera de que Puigdemont y Junqueras resuelvan su contencioso personal sobre el liderazgo en Cataluña. Mientras llega la “independencia”, sería bueno preocuparse por las condiciones de vida y las cosas del comer de los ciudadanos catalanes. Durante lustros de gobiernos secesionistas la obsesión identitaria sustituyó a la gestión sobre la realidad y las condiciones de vida de los catalanes.