Las enmiendas transaccionales de Junts pasan el examen y ponen en marcha la vía del perdón. España tiene Constitución, el Estado de derecho no está en peligro y la igualdad entre los ciudadanos está garantizada. Sin embargo, los actores de la política son incapaces de llegar a los acuerdos necesarios para transformar la sociedad porque han descubierto que resulta mucho más confortable gestionar la intransigencia (PP y Vox) que la cesión (PSOE); la intransigencia llena urnas, el perdón mejora la paz social.

La batalla en contra de la amnistía pasa por Bruselas, donde el PP, Vox y la residual memoria de Ciudadanos manifiestan su disconformidad con la Comisión por no reprender al Gobierno de Sánchez. Feijóo se aparta de Von der Leyen y se junta con Manfred Weber; sueña en un frente común con el mundo euroultra. Incomprensible. 

El nacionalpopulismo se recompone en muchos Estados miembros y Feijóo no pierde la ocasión de mostrar su apoyo a la Europa débil comandada por los países de la Unión dispuestos a recuperar soberanía ante la UE. Tratan de debilitar el proyecto más ilusionante de la historia del continente, que está mostrando en estos momentos la fortaleza de su misión exterior con el impulso de la paz en Oriente Medio. Bruselas rectifica liderada por el Alto Representante, Josep Borrell, un moderado, que lleva por el mundo la bandera de la España unida y plural.

La escena política española es la comidilla sin cuartel en los pasillos del Berlaymont, la sede de la Comisión. Nuestros representantes anatemizan la judicialización de la política en el paraíso de su práctica más recurrente. La decisión del ministerio público de abrir diligencias por las maniobras contra su exjefe en Cataluña Martín Rodríguez Sol contrasta con la negativa a entrar en el tema por parte de jueces.

El caso de García-Castellón es emblemático: se niega a rastrear los movimientos policiales en Andorra contra la familia Pujol y la Fiscalía Anticorrupción le secunda. No quieren entrar en el meollo del asunto de la Operación Cataluña, el caso que esta pista puede acabar mostrando por qué está paralizada la instrucción contra los Pujol: la banca andorrana fue presuntamente investigada por la policía política de Interior en la etapa de Rajoy y Jorge Fernández.

Corremos el riesgo de volver al furgón de cola por culpa de los tejemanejes. La postura de algunas togas unidas al bloque conservador produce mal de ojos. El trámite parlamentario de la ley de amnistía llegará al Senado para recibir un varapalo descomunal, después de que la nueva ley haya blindado a Puigdemont al haber excluido del redactado los supuestos delitos de terrorismo y los no supuestos por haber sido juzgados.  

Ahora, Puigdemont está blindado, pero puede ser judicializado más adelante y lo mismo vale para 12 miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR) y para los 12 encausados por los disturbios presuntamente promovidos por Tsunami Democràtic. Si ocurre esto quiere decir que la nueva ley no garantiza la seguridad jurídica del reo y se impone la vieja idea senequiana según la cual “nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”.

El caso de Arnaldo Otegi habla a las claras del peligro que corren ante el Supremo los que fueron juzgados, cumplieron condena y podrían volver a ser juzgados. Que conste que resulta imposible defender política y moralmente la trayectoria de Otegi; si este hombre ha cumplido, bien, aunque a muchos nos parezca imposible que este dirigente con pasado ultramontano siga donde está.

En España, la praxis goza de una libertad factualmente restringida. Vayas donde vayas te encuentras alambradas ideológicas propias de una sociedad enferma de dogmas. Hace pocos días la ponencia de la comisión de Justicia aprobó ocho modificaciones leves pactadas previamente con Sumar, ERC, Bildu y BNG, y ayer se cerraron aspectos técnicos en palabras de los portavoces. Pero cuando uno piensa que lo técnico es menor se da cuenta de lo que hay detrás. Descontando que, al inicio del debate de la comisión de Justicia, la mayoría parlamentaria rechazó una propuesta del PP para pedir comparecencias en la comisión y dilatar la tramitación. En fin, la lentitud es un arma cargada de futuro.

El embrollo de la amnistía está servido; es como la astrofísica, da ganas de hablar sin conocer el fondo. Algunos de los que más se oponen al perdón tuvieron mucho que ver con la llamada Operación Cataluña; llevan el estigma de la punición, como aquellos políticos florentinos a las que Maquiavelo les mostró “el camino del Infierno para que se mantuvieran alejados de él”.