La cadena Catalonia ya dejó atrás los sinsabores de la pandemia. El confinamiento y las limitaciones de aforo de 2020-21 ocasionaron al sector pérdidas nunca vistas.

Catalonia no fue ajena a esas vicisitudes. Encajó en dicho periodo un quebranto de 64 millones. Pero superó el golpe sin grandes problemas gracias a su robustez financiero-inmobiliaria.

Hoy es la mayor compañía de su ramo que sobrevive en Cataluña, tras la estampida masiva acontecida a partir del pucherazo de 2017.

Por fortuna, la pesadilla del virus ya es historia para esta entidad. En 2022, no solo le dio la vuelta a los resultados como a un calcetín, sino que se anotó un conspicuo beneficio de más de 70 millones. Es decir, en un año recuperó de largo los saldos que se le habían evaporado durante el aciago coronavirus. Además, se trata del resultado más copioso que obtiene desde la apertura de su primer establecimiento en 1982.

También sus ingresos escalaron cotas máximas. Se catapultaron hasta superar los 450 millones, más del doble que el año anterior. El estadillo adjunto resume la evolución de las magnitudes descritas, en el curso del último lustro.

CATALONIA EN CIFRAS (en millones de €)

Año Ingresos Resultado
2022 454 70,5
2021 197 -10,5
2020 108 -53,9
2019 382 58
2018 363 58

Catalonia nació en Barcelona 40 años atrás, impulsada por los hermanos Manuel, Guillermo y Jorge Vallet Gómez, descendientes de una estirpe de constructores. Empezaron sus actividades industriales enfocados a la promoción inmobiliaria. A la sazón, estalló una crisis en el ámbito del ladrillo. Disponían de varios edificios erigidos en la Ciudad Condal, que eran de difícil salida. Decidieron transformarlos en aparthoteles. Nacieron así Rubens, Park Putxet, Aragón y Castellnou. En 1983 inauguraron su primer hotel, el Catalonia Atenas, y poco después el Mikado.

El crecimiento registrado desde entonces es espectacular. Los cuatro bloques iniciales forman hoy un prolífico entramado de 73, dispersos por siete países de Europa y América, que reúnen en junto más de 11.000 habitaciones. De ellos, 55 son urbanos y los 18 restantes, de vacaciones.

Desde hace largo tiempo, Catalonia lidera Barcelona en número de hoteles, con 26. Además de los ya citados, figuran en su cartera, entre otros, Albéniz, Barcelona Plaza, Eixample 1864, Gran Via BCN, Magdalenes, Plaza Catalunya, Rigoletto y Roma.

Magdalenes, ubicado en el barrio Gótico, encierra una historia rocambolesca. En 2007, poco antes de su entrada en servicio, fue asaltado por una banda de facinerosos y okupas, entre los que se encontraba la siniestra Ada Colau.

Mención aparte merece la expansión a paso de carga realizada en el Caribe. Catalonia arribó en 1998 a la República Dominicana, en cuya paradisíaca Playa Bávaro estrenó su primer gran resort.

Un cuarto de siglo después, posee cuatro recintos similares en dicho enclave y otros cinco en la Riviera Maya de México. La inversión acometida en esos enormes complejos de asueto y descanso ronda la friolera de 400 millones. Dos terceras partes de los 7.000 empleados de Grupo Catalonia trabajan en ellos.

Superado el bache del Covid, la casa torna a extender sus tentáculos. Estos apuntan al continente africano. El próximo destino es Zanzíbar (Tanzania), donde ya ha constituido una sociedad que servirá de cabeza de puente para el desembarco.

Los Vallet siguen de antiguo la política de situar los hoteles en edificios propios. Con ello, consiguen rendimientos por partida doble. De un lado, los provenientes de explotar la red de aposentos. De otro, los patrimoniales, generados por la revalorización de los inmuebles a medio y largo plazo.

Cuatro décadas después de la fundación, Catalonia contabiliza unos activos próximos al redondo guarismo de los mil millones y alberga un potente patrimonio de 335.

La corporación está dirigida en calidad de administradores por el veterano Guillermo Vallet Gómez y por un miembro de la segunda generación, su sobrino Manuel Vallet Garriga.