Nadie sabe nada, aunque muchos parecen saberlo todo. La incertidumbre por el secretismo de las negociaciones de investidura aumenta el número de conspiraciones madrileñas. Dicen que en Madrid empieza el día con cien conspiraciones en marcha, de las que solo diez llegan a la noche. Pues ahora el número ha crecido de forma exponencial.

Desde el pasado lunes, en las calles y cenáculos de la capital –evidentemente entre políticos y periodistas– una conspiración, elucubración dirán los más, sobrevive a todas. Dice esto: “El 27, pleno de investidura de Pedro Sánchez”. Así de claro es el titular que está sustentado en sólidas argumentaciones.

La primera augura que tras conocerse el resultado de la votación de los militantes del Consell de la República sobre si se debe negociar con Pedro Sánchez su investidura, Carles Puigdemont pondrá la directa. Gane o pierda, el expresidente fugado ya sabe que el sector más radical lo ha abandonado y será rival en las próximas autonómicas con Clara Ponsatí y Dolors Feliu al frente. Gane o pierda, constatará una escuálida participación de sus 100.000 asociados. La disolución de la asamblea de representantes cosechó menos del 7% de votos, lo que implica la desmovilización de los suyos. Gane o pierda, deberá tomar una decisión con rapidez porque una agonía prolongada agravaría la situación. O sea, podría cerrar el acuerdo el mismo 23 o el día 24. Tiempo suficiente para que Francina Armengol convoque el pleno el 27.

El secretismo y hermetismo de la negociación refuerza la idea de que las conversaciones son intensas. Solo algunos detalles. Pere Aragonès, además de su actuación estelar en el Senado para marcar perfil frente a Puigdemont, pero también frente a Junqueras, anunció a bombo y platillo su propuesta de referéndum, el segundo paso tras la amnistía, pero dejándolo para después de la investidura. En 2019, ERC pactó la mesa de diálogo, donde constaba hablar de una consulta. No es de extrañar que el acuerdo vaya en esta línea.

Otro detalle que se apunta. El billete del director de La Vanguardia, Jordi Juan, del pasado martes. El director no da puntada sin hilo y anunciaba que las negociaciones están paradas, bloqueadas. Sin embargo, no había información sobre este anuncio. Solo el billete. Interpretación de la conspiración. Es un globo sonda para ponerle al acuerdo final épico, si la fuente viene de Waterloo, o es un globo sonda para generar desasosiego y favorecer el entusiasmo si llega el acuerdo, que habrá sido difícil y sinuoso. No tengo idea de cómo Jordi Juan se ha enterado de la información; lo que sí sé es que al dar la puntada no se ha pinchado.

¿Por qué el 27? Porque Sánchez quiere llegar investido el día 31 al juramento constitucional de la princesa de Asturias en el Congreso de los Diputados. El 28, investido; el 29 puede tomar posesión y hasta nombrar a sus ministros. Incluso el 31 podría llegar con el Gobierno al completo, pero los ministros pueden esperar.

Algunos parece que no. Esta semana también han circulado informaciones que ponen a unos mejor situados que a otros. La información no es baladí, es el deseo del filtrador, o filtradores. Los que quieren serlo y señalan a los que no quieren que sean. Hasta aquí nada anormal en situaciones de cambio de Gobierno, pero no es casual que se hayan activado justo cuando corre que el 27 será el día D. Nadie sabe nada, pero algunos intoxican para estar mejor situados. Que lo consigan es otra cosa.

La semana amenaza tormenta, política, sin duda. Lo que les acabo de contar no es más que una conspiración. Déjenme que ejerza de gallego, mi familia paterna: o no.