La firma Serhs, de Arenys de Munt, antaño opulenta, está hoy postrada en la lona y al borde de un fallido estrepitoso. Pero su presidente ejecutivo, Jordi Bagó Mons, tiene más moral que el Alcoyano. Desde que acabó la pandemia, cada año declara a los medios que su consorcio se va recuperando con brío y registra unas supuestas cifras económicas que no guardan relación alguna con la cruda realidad.

La situación contable de Serhs se asemeja a la de una sociedad en estado terminal. Cerró el ejercicio 2022 con unos recursos propios negativos de 25 millones y con una deuda global de 150. A la luz de tales guarismos, no hay que ser un lince ni un experto mercantil para colegir que la compañía anda cerca de dar las últimas boqueadas.

Bagó manifestó a la prensa siete meses atrás que Serhs ya había entrado en 2022 en la senda de los beneficios y que gracias a ese colchón abordaba una nueva etapa de crecimiento.

Lo cierto es que el curso pasado siguió sumido en el pozo de los números rojos, con un saldo negativo de 612.000 euros. Si elevamos el periscopio, el desempeño en el último lustro es simplemente calamitoso. En el intervalo 2018-2022 arrojó unos resultados adversos de 40 millones.

El auditor que ha revisado los estados contables advierte en su informe del grueso importe de los quebrantos sufridos y del desfase patrimonial. Asevera que ambas circunstancias indican la existencia de una “incertidumbre material que puede generar dudas significativas sobre la capacidad del grupo para continuar como empresa en funcionamiento”.

Serhs suscribió en 2021 con sus acreedores la sexta renovación, o sea, aplazamiento, de sus deudas bancarias. Además, recibió del Gobierno un préstamo participativo y otro ordinario, por un valor conjunto de casi 40 millones. Esos auxilios estatales solo se pueden destinar al pago de las nóminas, a las cotizaciones a la Seguridad Social y a los gastos operativos ordinarios.

Los financiadores se han asegurado el cobro de las cantidades adeudadas mediante una ristra de garantías y la pignoración de todos los activos de Serhs.

El corsé es de tal magnitud que la entidad barcelonesa ya no pertenece a sus socios, sino en última instancia a los acreedores que le facilitaron los fondos para mantenerse en pie.

Serhs es la sigla de Serveis Mancomunats d'Hostaleria i Similars. Se dedica a la distribución de artículos alimentarios a restaurantes y bares, así como a la explotación de hoteles. Este último renglón alberga sendos establecimientos rurales en Arnes (Tarragona) y Sant Hilari de Sacalm (Girona), así como tres hoteles urbanos en la Ciudad Condal y dos resorts en Brasil.

Ramon Bagó, padre del actual mandamás, fundó el conglomerado catalán en 1975. Asumió la presidencia desde la constitución hasta su fallecimiento en 2018. Bagó era un convergente de primera hora y un nacionalista rampante. Formó parte del selecto elenco de empresarios vernáculos que anudó negocios a destajo y amasó riquezas al amparo del régimen de Jordi Pujol.

Compaginó sus actividades particulares con una retahíla inacabable de cargos oficiales, siempre bajo el paraguas protector del pujolismo. Figuran entre ellos el de alcalde de su pueblo natal Calella y el de director de Turisme de la Generalitat. Asimismo ejerció el mando supremo del Consorci Hospitalari de Catalunya y ocupó puestos en los órganos de gobierno de la Diputación de Barcelona.

De aquella época de mangoneos sin cuento provienen numerosos contratos de los que Serhs disfruta hoy, como la restauración de hospitales y centros escolares, amén de los comedores de las cárceles y de algunos departamentos de la Generalitat.

La mescolanza perversa de poltronas públicas y privadas fue tan chirriante que la Fiscalía Antifraude abrió una investigación. La archivó dos años después porque no pudo reunir pruebas suficientes, pero achacó a Ramon Bagó “la flagrante incompatibilidad de los cargos que ostentó y el uso de contactos políticos para favorecer sus intereses”.

Los tiempos cambian a velocidad vertiginosa y la vida da muchas vueltas. Cuando el pionero pasó a mejor vida en 2018, Serhs atesoraba un patrimonio de 50 millones. Un quinquenio después, es una sombra de lo que fue y su futuro reviste tintes sombríos. El sucesor y hereu brega por salvar los muebles de la quema. Ya se verá si lo consigue.