Tras un verano tórrido, juraría que se avecina un otoño sumamente bochornoso. Lo que vamos a ver ni siquiera lo vio el famoso replicante de Blade Runner. Me refiero, claro, al bochorno que suscitará ver a políticos en llamas agarrándose por las solapas más allá de Orión y a majaderos con nivel C2 non plus ultra en lengua vernácula brillando de felicidad en la oscuridad, en las puertas de Waterloo.

En su comparecencia en Bruselas, Carles Puigdemont lo dejó muy claro: "España tiene un problema. O repite elecciones o pacta con un partido que mantiene la legitimidad del 1 de octubre y que no renunciará a la unilateralidad como recurso legítimo". La taxativa afirmación, sin margen a regateo de mercado persa que pudiera rebajar el precio exigido –ya saben: mediador, amnistía firmada y en marcha antes de la investidura y referéndum posterior– fue refrendada al rato, de mala gana, pero qué remedio, por Pere Aragonès y por Fray Oriol Junqueras, el que avizora con buen ojo desde lontananza: ¡Unilateralidad, unilateralidad, ho tornarem a fer! Eso sí, lo volverán a hacer pero con calma, despacito y con buena letra, que ahora mismo son Govern aunque les vaya fatal, les abucheen durante la Diada por pactistas y pusilánimes. Se suman los de ERC al carro de Junts sabiendo que la radicalidad y apuesta de máximos que plantea el prófugo de Waterloo encierra mucho tacticismo. Si Pedro Sánchez se arrodilla y le adora cual becerro de oro, habrá ganado. Y de no hacerlo, ganará también por no haberse bajado del burro como buen ceballut irreductible. Aquí siempre se gana y las elecciones catalanas ya no quedan tan lejos.

Como verán, nada nuevo, lo de siempre. Ocurre que en la disputa por la prez y el liderazgo de la cada vez más mermada horda zombie –el 11-S en la Plaza de España no había ni 60.000 sediciosillos– los de ERC no quieren quedarse atrás y están hasta la barretina de que les endosen el sambenito de traidores a la patria. Y menos en estos momentos delicados, cuando Dolors Feliu, la mandamás de la ANC, respaldada por el siempre temible y risible avi Lluís Llach y otros próceres ultramontanos, exige a toda la patulea de cantamañanas procesistas de peix al cove que dejen de hacer el pollino; que lo de la marcha de antorchas, las esteladas y las ofrendas a Rafael Casanovas está muy bien pero no sirve para nada, y que ya ha llegado la hora de una DUI exprés, comme il faut, al punto, vuelta y vuelta. Y que ya vale de marear la perdiz. Andapandansia o mort, xiquets!. Amenaza además la señora Feliu, que es de rompe y rasga como todas las que le precedieron en el cargo, con presentarse a las elecciones catalanas al frente de una lista cívica, con destronarles a todos y con quemar Troya. Y es que, o tempora, o mores. La ANC ya no es ni sombra de lo que era y ahora toca sudar la samarreta para vender una maldita camiseta, y a duras penas movilizan al sector octogenario porque gracias a Dios las obras paran en día de fiesta. Entrar en el Parlament sería todo un chollo.

Mientras eso ocurre en Cataluña, en la sede de Ferraz el ánimo del nuevo partido sanchista (alias PSOE) fluctúa día tras día en función de la vicisitud generada por el incesante aluvión de noticias. Analizan con lupa la temperatura y el grado de indignación que su desfachatez y sinvergonzonería suscita en la sociedad civil, entre la gente de a pie, que está que trina; sopesan lo que dicen magistrados, catedráticos en Derecho Constitucional, periodistas, locutores, tertulianos y todo cuanto se airea en las redes sociales. Tienen claro que de poder retener el poder, aunque para ello tengan que desgarrar y hacer un siete en el tejido constitucional, su barrabasada habrá valido la pena. En paralelo preparan la táctica electoral y el discurso a vender en el caso de que la felonía termine en vía muerta y desemboque en nuevas elecciones, e intentan calmar a la parroquia. Tras diez días desaparecido, Pedro Sánchez ha procurado tranquilizar al mundo empresarial en un acto en la sede de la patronal CEOE, asegurando que su intención es presidir un Gobierno coherente con la Constitución. Pues vale, pues bueno, voy y me lo creo.

Acabe como acabe la cosa, lo que la cúpula del partido sanchista tiene clarísimo es que ahora mismo el que se mueva siquiera un ápice o pestañee no sale en la foto finish, porque se queda sin despacho, ministerio, cochazo y cargo en caso de victoria. Aquí todos a comer y a callar, que en boca cerrada no entran moscas. Que al que disienta o titubee lo excomulga Pedro en menos de lo que se musita un miserere. Ahí tienen a Nicolás Redondo Terreros, exsecretario general del Partido Socialista de Euskadi, e hijo del que fuera líder de la UGT, al que han defenestrado por la vía rápida por su "reiterado menosprecio" al partido y por su abierto rechazo a la ley de amnistía que se cuece en los fogones.

Y es que al partido autócrata sanchista (alias PSOE) le crecen los enanos como setas. Porque como bien dice, y con retranca, ese tesoro enciclopédico que es el coloquialismo español, si montas un circo lo más normal es que se te llene de enanos. Pero no son en este caso enanos de los de andar a pie, como Vicente y el resto de la gente. No. Son enanos resabiados, ilustres y tremendamente fachas. A lo largo de los últimos días la vieja guardia socialista –Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Almunia y otros– ha salido en tromba y se ha pronunciado sin ambages ante el dislate que supone aprobar, contra viento y marea, una ley de amnistía que borre cual inmersión bautismal los pecados originales de un hatajo de felones que atentaron contra la Constitución y la democracia sin miramiento alguno, creando el mayor cisma político, económico y social de nuestra historia contemporánea. Todos ellos aseguran no reconocer el partido que en su día lideraron y alertan de que el rumbo tomado por Sánchez dilapida el buen hacer y la reputación que en otros tiempos caracterizó al socialismo.

Ocurre que Pedro Sánchez se ha convertido en un personaje temible y despótico incluso con los suyos. Silencio en la sala y adhesión incondicional al caudillo o purga.

También barones como Javier Lambán o Emiliano García-Page han advertido –aunque en términos menos duros, porque con lo de comer no se juega– de que la amnistía, de materializarse, podría “abrir una vía de agua que llevara a pique la nave constitucional”. Finalmente están los viejos socialistas que sin pelos en la lengua desprecian profundamente el proceder de Sánchez y no dudan en arremeter contra él sin contemplaciones. Alberto Belloch, exministro de Justicia e Interior y exalcalde de Zaragoza, tiene claro que Sánchez es "el peor presidente de un gobierno socialista que ha tenido este país; solo le importa el poder, lo demás es irrelevante". Aún más inclemente con el maniquí de La Moncloa se muestra Joaquín Leguina, expresidente de la Comunidad de Madrid, estigmatizado por el socialismo debido a sus simpatías hacia Isabel Díaz Ayuso: “El PSOE no existe, son solo unas siglas propiedad de Pedro Sánchez”. La lista es larga, añadan también a José Luis Rodriguez Ibarra, indignado por la destitución de Nicolás Redondo y por la forma en que Sánchez maneja el partido a su antojo, saltándose todas las normas y procedimientos establecidos. El PSOE es un juguete roto en manos de un egomaníaco convencido de entrar en la historia por la puerta grande.

Como en el PP ya dan por imposible que se produzca un milagro y entienden que la investidura de Alberto Nuñez Feijóo está condenada al más absoluto fracaso, alientan la esperanza de que el clima de malestar reinante en las filas socialistas acabe por dar al traste con los planes de Sánchez y despeje el camino a una repetición de elecciones. La irrupción en escena del expresidente José María Aznar arremetiendo contra la amnistía, tildando a Sánchez de autócrata y llamando a la sociedad civil a movilizarse ante lo que él entiende es una gravísima vulneración de la Constitución, ha sentado a cuerno quemado en Ferraz, que le acusa de alentar "actitudes golpistas". Cree el ladrón que todos son de su condición. Tiene mucha guasa la cosa… Manifestarse en contra de algo, de lo que sea, ya es cosa propia de golpistas y fascistas. Los socialistas van a arrastrar esta vergüenza durante años.

Veremos qué ocurre y hasta qué nivel de bochorno social llegamos. De momento ya hay dos grandes concentraciones previstas: la primera de ellas en Madrid, el fin de semana del 23/24 de septiembre; y la segunda, auspiciada por Societat Civil Catalana, en Barcelona, el día 8 de octubre, fecha histórica que trae al recuerdo aquel otro 8 de octubre de 2017, cuando más de un millón de golpistas españoles inundamos las calles de la capital catalana, oponiéndonos a las muy legítimas, nobles y democráticas aspiraciones de Carles Puigdemont y su tropa de seres de luz. Hay que ver qué malos podemos llegar a ser los fachas. Nos merecemos una buena checa o un koljós.