Sucede que en Europa tienen otras prioridades, y los muy idiotas prefieren gastar el dinero en temas insignificantes como reactivar la economía, en lugar de dedicarlo a lo que importa, que es que el catalán, el vasco y el gallego sean oficiales en las instituciones de la UE. Los españoles, ya se sabe, hemos sido siempre mucho más avanzados que esa gente tan rara que vive más allá de los Pirineos, y mucho más ricos, además, por eso nosotros sí que nos gastamos lo que haga falta en contratar servicios de traducción para el Congreso. Y no contentos con eso, aprovechando que el dinero se nos cae de los bolsillos, le decimos a Europa que no se preocupe, que si hace falta pagaremos nosotros el gasto para hacer lo mismo en el Parlamento Europeo. Que esta ronda la pagamos nosotros y no se hable más, no hay costumbre más española que quedar como un rumboso en el bar, con los amigotes. Será por dinero.

Los europeos tienen siempre en la cabeza cosas muy raras como el empleo, la seguridad, la inmigración y otras zarandajas que a los ciudadanos se la traen floja. Ha tenido que ser el Gobierno español quien les haga ver que todo eso quizás está muy bien, pero no es comparable con escuchar en el hemiciclo de Estrasburgo a un europarlamentario hablando en catalán, mientras todos los demás salvo Puigdemont hacen uso de la traducción simultánea. La tan anhelada unidad europea empieza por ahí, por sus políticos hablando en su propio idioma minoritario. O en su dialecto, no vamos a cerrar las puertas a los dialectos, que tienen tantos derechos como los idiomas. Cuesta creer que ante una explicación así, que no ofrece lugar a dudas, los Estados europeos sigan oponiéndose. Más, teniendo en cuenta que ello abrirá las puertas a que otros muchos idiomas (y dialectos, perdón) europeos se conviertan en oficiales, de tal manera que en las instituciones de la UE se podría escuchar el corso, el bable, el romaní y cientos de otras lenguas, incluso el meankeli, un idioma la mar de bonito que se habla en la región de Tornedal, entre Suecia y Finlandia. ¿Cómo pueden los europeos ser tan insensibles de no permitir el uso del meankeli en el Europarlamento? Ni siquiera Suecia y Finlandia, con su meankeli, están favor de la propuesta del Gobierno de Pedro Sánchez, lo que confirma que los países nórdicos son mucho más atrasados que España, que durante toda la historia ha estado en la vanguardia continental.

En Europa, ya he dicho que allí vive gente muy rara, creen que un parlamento está para que todo el mundo se entienda con facilidad y así solucionar problemas de los ciudadanos. Deberían asistir a una sesión del Congreso español, así se darían cuenta de lo equivocados que están. Un congreso sirve para que unos mantengan el poder y otros intenten conseguirlo, y si para conseguir los votos necesarios hay que ir a Europa a defender que cada cual hable en el idioma que quiera, pues se va. El error de Pedro Sánchez ha sido realizar su propuesta bajo argumentos más bien sentimentales. En Europa gusta la verdad, por dolorosa que sea, y habrían agradecido que el presidente español se la contara sin tapujos, sin disimularla bajo un sobrevenido amor por las lenguas minoritarias.

--Aprueben ustedes que aquí se pueda hablar catalán y vasco, por caridad, que me va en ello el puesto de trabajo. Si es necesario, pago yo la ronda, ea, pero no me abandonen a mi suerte.

Eso sería otra cosa. Europa ha padecido mucho durante su historia (guerras, epidemias, invasiones), y ante un drama personal de esas características, estoy seguro de que aparecería su cara más solidaria.