Era cuestión de tiempo. Ya tenemos el primer caso de robo de aceite de oliva en un supermercado, es más cómodo que atracar un banco y tal como se ha puesto el precio del zumo de la modesta aceituna, las ganancias son poco más o menos las mismas. Por ser el primero, terminó en fracaso, y el oleoladrón fue detenido por la policía con las manos en la masa, o sea, en el líquido, y con el maletero lleno de garrafas y de todo tipo de recipientes repletos de aceite, sustraídos de un súper. Al tratarse de una nueva modalidad de latrocinio, es normal que sus profesionales incurran todavía en errores de principiante, démosles un tiempo para que mejoren, estoy seguro de que pronto contaremos con grandes especialistas en este campo. En otras cosas no, pero España, y más en concreto Cataluña, es el espejo donde miran los delincuentes de todo el mundo, aquí se aprende rápido.

El aceite de oliva se está convirtiendo en un bien cotizado, a no muy tardar lo venderán en Tiffany en lugar de en el Mercadona, y no será raro ver a un joven pedir matrimonio a su prometida, de rodillas ante ella, ofreciéndole una botella de aceite extra virgen, a ver qué muchacha va a rechazar a un novio tan rumboso. Las perfumerías más selectas lo venderán en pequeños recipientes para que las señoras de la alta sociedad se echen unas gotas en el cuello antes de salir de fiesta. Oler a aceite de oliva será signo de distinción. Si a Marilyn Monroe le preguntaran hoy qué se pone para dormir, respondería seguramente: “unas gotas de aceite de oliva”.

A más largo plazo, pero no muy largo tal como va escalando el precio, va a sustituir al oro como sistema monetario, los economistas van a referirse al patrón aceite de oliva: el país emisor de la divisa deberá garantizar al poseedor de sus billetes la cantidad de aceite de oliva consignada en ellos. Puede que sustituya también al petróleo, que era el óleo más valioso hasta que el barril de aceite de oliva ha desbancado al barril Brent.

Los dramáticos hechos ocurrieron en la provincia de Gerona, aunque el caco era de Lérida. Los robos, en especial cuando se trata de bienes preciosos como joyas, antigüedades, relojes de lujo o aceite de oliva, es mejor perpetrarlos lejos del propio domicilio, por lo que pueda ser. Cualquier vecino te ve sacar del coche un par de garrafas de aceite y llama a la policía, eso no lo maneja la gente honrada. Además, Gerona tiene frontera con Francia, con lo que la huida al extranjero por carretera una vez llevado a cabo el robo, es mucho más fácil, como demostró Puigdemont hace unos años, sin necesidad de saquear aceite alguno. Esto lo tenía nuestro ladrón muy bien estudiado, le faltó solamente un poco de profesionalidad, casi al final, cuando fue descubierto porque tenía el vehículo mal aparcado a la salida del súper. Un error que sería sin duda producto de los nervios de llevar en el maletero una carga millonaria.

No ha trascendido la identidad de este pionero de los atracos, del primer hombre que decidió que robar aceite era la mejor apuesta para asegurarse un futuro feliz, tal vez en Brasil, como el Dioni. El Dioni, por cierto, tuvo que robar en un furgón blindado porque por aquel entonces todavía no salía a cuenta hacerlo a una furgoneta de supermercado. Eran otros tiempos, en los cuales cualquier familia disponía de un poco aceite para cocinar o para echar en la ensalada. Hoy, en el improbable caso de que una familia conserve restos de aceite en una vieja botella, la deja en herencia a la próxima generación, para que lo malvendan en caso de necesidad. Se acabó invertir en ladrillo, ahora toca hacerlo en aceite.