Estamos en peligro, y la amenaza viene de la propia Generalitat, según reconoció sin rubor y sin esconder su perversidad, el presidente Pere Aragonès. El peligro no viene de referéndum ni de independencia alguna, por este lado no hay nada que temer, eso lo sabe el Govern, lo saben los que estuvieron presos, lo saben los que huyeron y lo sabe todo el mundo, si siguen prometiendo quimeras es porque estamos ya casi en campaña electoral y unos y otros tienen que movilizar a los pobres ilusos que un día confiaron en ellos. El peligro, que tal vez pasó desapercibido durante la comparecencia de Aragonès, oculto entre su inane verborrea habitual, son los ocho focus groups, de 100 personas cada uno, elegidas por sorteo, para posicionarse sobre el famoso “acuerdo de claridad”. Ocho focus groups de 100 personas, dan un total de 800 catalanes que deberán aguantar la chapa de supuestos expertos y, por si fuera poco, debatir al respecto, aunque por fortuna no deberán llegar a conclusión alguna, como de costumbre. Cada catalán tiene aproximadamente una probabilidad entre 10.000 de formar parte de un focus group. No es moco de pavo. El peligro, como se ve, es real, cualquiera de nosotros puede estar tranquilamente en su casa y recibir la temida llamada.
-Lo sentimos, ha salido su nombre en el sorteo de los focus groups, deberá asistir a las reuniones donde se va a discutir el futuro del conflicto catalán. Coja provisiones y ropa de abrigo, que la cosa va para largo.
Van a conseguir que los catalanes tiremos al mar todos nuestros teléfonos móviles. A las llamadas de las operadoras de telefonía o de las compañías energéticas, se une ahora la amenaza de los focus groups. Ante la más que presumible falta de disposición de los ciudadanos a participar en el paripé, deberán recurrir a engaños para captarlos.
-Buenas tardes, soy Jocelyn. ¿Hablo con el titular de la línea?
-Sí señorita, pero no quiero cambiarme de operadora.
-En realidad soy Pere Aragonès, usted perdone el disimulo. Enhorabuena, ha sido agraciado con un puesto en un magnífico focus group, donde se va a diseñar el futuro de Cataluña. Sempre endavant!
Nadie está a salvo, y lo peor es que la llamada fatal puede llegar en cualquier momento, el Govern sabe que el factor sorpresa es esencial. Sólo de imaginar el tostonazo que nos van a dar en cualquiera de esos focus groups, entran ganas de marcharse de Cataluña para evitar ser reclutados a la fuerza. Eso pinta a una nueva Semana Trágica, con disturbios sociales y quema de conventos, esta vez no para impedir que manden a nuestros jóvenes a la guerra de Riff, sino para evitar que nos manden a jóvenes y mayores a aguantar la tabarra de los focus groups, que es mucho peor.
Lo único que los catalanes tenemos claro respecto al hipotético acuerdo de claridad es que es una imbecilidad de la que mejor no formar parte. Nos parece de perlas que nuestros políticos jueguen a ello, pero podrían dejarnos en paz a los sufridos ciudadanos. Ni siquiera servirá como pretexto para librarse, el hecho de desconocer la función concreta de esos focus groups, puesto que no la conoce nadie, ni tan sólo quienes los organizan. Si por lo menos fuera yo un profesor o un catedrático, igual me llamaban para el “consejo académico”, otro chiringuito que también piensan organizar para marear la misma perdiz y que, como su nombre indica, será igual de inútil que los focus groups. Aunque como mínimo ahí se beberá y se comerá, los intelectuales esas cosas las tienen sagradas, no mueven el culo si no es para darle gusto al estómago. Con la mala suerte que me persigue desde siempre, estoy seguro de que el único sorteo que voy a ganar en toda la vida será el de un puesto en un focus de esos. Sean lo que sean.