El viernes dónde estaba Wally era lo único claro. En las puertas del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. ¿Quién no estuvo con Wally? Esa era la cuestión. No estaba ningún miembro de ERC ni de la CUP. Tampoco de Ómnium y de la ANC solo su vicepresidente, la señora Dolors Feliu brilló por su ausencia. Apenas unas decenas de personas se congregaron para dar apoyo a Wally. De su partido, Junts per Catalunya, las ausencias notables. Ningún exconseller del Govern, excepto el cesado de forma fulminante Jordi Puigneró, y mucho menos Xavier Trías y su corte de concejales de Barcelona. Ni Artur Más, ni Jordi Pujol. Tampoco aparecieron figuras como Joaquim Forn o Josep Rull. Wally contaba con un escaso séquito formado por Joaquim Torra, Jordi Turull o Albert Batet, además de sus incondicionales Aurora Madaula, Mata Mádrenas o Francesc de Dalmases. La lista de quién no estuvo con Wally es infinitamente mayor que la de quienes estuvieron.
Wally hizo de tripas corazón y sonreía por doquier mientras los suyos gritaban a pulmón “fora TV3” mientras aparecían octavillas con el titular “Borràs corrupta”. La perfomance fracasó. El aire de triunfo no existía excepto para cuatro hiper ventilados. Wally lo dejó claro el jueves con ese vídeo tuitero en el que anunciaba su retiro, casi espiritual. El mazazo del acuerdo entre el acusado Isaías Carrasco y la Fiscalía pone a Wally en una situación más que incómoda, o mejor dicho, muy delicada.
Decían las crónicas que la unidad independentista se ha roto. No lo veo así. Primero porque la unidad no existe desde hace mucho tiempo. Segundo porque no era un juicio sobre el independentismo, sino un juicio sobre corrupción. Diremos que presunta corrupción, pero que la defensa no ponga en duda la veracidad de los mails, sino que cuestione solo la custodia de las pruebas da que pensar. Tampoco es una cuestión de las cloacas, sino que es una cuestión de cloacas. La cosa se descubre por una investigación de narcotráfico. Por este caso, Isaías Herreno fue condenado a cinco años. Ahora la fiscalía le pide seis años más. ¿A alguien le puede asombrar que pacte con la fiscalía para no pasarse una década en el trullo? Wally tiene por delante un panorama sombrío.
Ahora la defensa de Wally dice que es un trato irregular. Quizá Boye, Turull y demás deberían refrescar su memoria viendo Los Intocables de Eliot Ness o Scarface para ver que siempre hay alguien que canta la parrala. El contable, el examante, o el informático que amañaba los contratos siguiendo la cadena de mando. Siempre hay alguien. Al “malo” de las pelis se le pilla porque alguien lo señala. El caso Wally no es una anomalía, es una cuestión habitual. Cuando sabes que te va a caer la del pulpo siempre el acusado intenta minimizar daños, es humano, señalando la cúspide de la pirámide. Ahí volvemos a encontrar a Wally.
El juicio ha empezado y a primeros de marzo finalizará. El futuro político de Wally dependerá de cuál sea la sentencia. El viernes vimos, está vez sí, que en su partido la unidad es una entelequia porque conviven dos partidos. Uno que trata de recuperar las esencias de la antigua CiU y otros que siguen abogando por la confrontación y una declaración unilateral de independencia en cualquier momento. Dos sectores enfrentados, pero ambos con ganas de quitarse de encima al incómodo Wally. Los que no estaban seguro -la excusa de Trias alegando que estaba trabajando para ganar las elecciones no tiene precio- y algunos de los que sí estaban porque quieren eliminar una personalidad que arrastra a la militancia. Y el otro, el que vive en Waterloo, que prefiere quitárselo del medio para que no interfiera en sus aspiraciones. No quiere ruido, y Wally es ruido.
Durante 20 días Wally será protagonista porque todas las miradas están fijas en él. ERC y CUP porque no quieren tener que aguantar diatribas si queda exculpado en el Parlament. Los suyos porque quieren despejar el camino del partido y de las municipales. Y la oposición porque quiere pasar página de una vez. Cuentan malas lenguas, viperinas diría yo, que Alba Vergès está calentando la banda como si no hubiera un mañana. Si Wally es declarado culpable será eliminado del Parlament porque la inhabilitación será fulminante. Será la primera etapa del postwallysmo. Podrá seguir de presidente de Junts, eso si en su partido lo permiten. Personalmente, lo dudo. Muchos le señalarán la puerta con la frase “tanta paz lleves como descanso dejas”. Pocos derramarán lágrimas por Wally.