El pasado año, la creación de ocupación se ralentizó y la tasa de desempleo descendió escasamente. Una coyuntura nada sorprendente debido a la crisis energética, la incertidumbre generada por ella, la gran subida de los tipos de interés y la elevada pérdida de poder adquisitivo de las familias.

No obstante, la evaluación del último ejercicio difiere notablemente si la hacemos desde una perspectiva cuantitativa o cualitativa. La primera opción nos muestra unas cifras decepcionantes y augura un difícil año laboral en 2023. La segunda nos ofrece unos resultados esperanzadores y la aparición de algunos positivos cambios estructurales en el mercado de trabajo español.

En 2022, el número de empleos creados ascendió a 278.900. Una cuantía sustancialmente inferior a la media anual de 471.900 generados entre 2014 y 2019. Los datos del primer semestre fueron buenos, pero deficientes los del segundo, pues en este se destruyeron 4.200 puestos de trabajo. Desde 2013, un período en el que el PIB disminuyó un 1,4%, no había existido pérdida de ocupación en los últimos seis meses de un ejercicio.

En el cuarto trimestre del pasado año, el mercado laboral consiguió tres récords: número máximo de asalariados fijos (14.256.800), mujeres empleadas (9.486.200) y ocupados en el sector público (3.526.200). Un síntoma de mejora de la calidad de la ocupación, un indicio de la mayor facilidad de las féminas para encontrar empleo y una repercusión del incremento del gasto social de la Administración, respectivamente.

En las siguientes líneas, un análisis más profundo me permitirá destacar las principales realidades y mitos del mercado de trabajo español en 2022. Entre las primeras destacan:

1) El gran éxito de la reforma laboral. Su principal objetivo es la reducción de la tasa de temporalidad y la conversión de la mayoría de los empleos eventuales en indefinidos. En 2022 cumplió con su primordial propósito, pues dicha tasa se desplomó al pasar del 25,4% al 17,9%. En el último año, se crearon 1.591.100 puestos de trabajo fijos y desaparecieron 1.193.800 de duración determinada.

A pesar de la mejora, la anterior tasa es muy superior a la media de la Unión Europa (14,1%). España sigue siendo el segundo país con peor porcentaje de la UE, siendo únicamente superado por los Países Bajos (27,4%). La clave de la gran diferencia está en el sector público, cuya proporción asciende al 30,2%, pues la del privado se sitúa en el 14,8%. En el último año, la segunda ha descendido 9,1 puntos, mientras la primera solo lo ha hecho en 8 décimas.

El incremento de los trabajadores con contrato indefinido, unido a la disminución de los que poseen uno temporal, aumenta la calidad de la ocupación. En 2020, según la Encuesta de Estructura Salarial, la remuneración de los primeros superó en un 38,5% la obtenida por los segundos. Una diferencia basada en una superior formación, una mayor antigüedad en la empresa, pero también en una sustancial medida en su diferente vinculación con la compañía.

2) Una elevada creación de empleo juvenil. El pasado año, el número de trabajadores ocupados, cuya edad estaba entre 16 y 29 años, aumentó un 5,1%. Un ritmo de crecimiento muy superior al del empleo general (1,4%). Una coyuntura similar a la observada en 2021, pues en dicho año la ocupación de los primeros aumentó un 10,1% y la de los segundos, un 4,4%.

No obstante, las oportunidades laborales de los jóvenes siguen siendo escasas. Así lo demuestra la tasa de desempleo para los menores de 25 años. En noviembre de 2021, se situaba en  el 32,3%, un porcentaje que más que doblaba el de la UE (15,1%).

3) La disminución del número de autónomos ocupados. En 2022 perdieron su empleo 111.200 trabajadores por cuenta propia. Una caída del 3,6% que contrasta en gran medida con el aumento general de la ocupación de un 1,4%. No obstante, la anterior cifra aún sería mayor y ascendería a 118.700, si solo tuviera en cuenta los empresarios sin asalariados y los profesionales independientes.

En el pasado año, existen dos causas que explican la desaparición de una cifra tan elevada de autónomos: la inviabilidad de sus negocios y su conversión en asalariados. Indudablemente, la primera es la mayoritaria. El aumento de sus costes, generado especialmente por la crisis energética, no pudieron repercutirlo en una cuantía adecuada en el precio de sus productos y servicios y se vieron obligados a abandonar su actividad.

Entre los segundos tienen especial relevancia:

1) La mayor parte del empleo creado es público. Es una falsedad muchas veces repetidas en las redes sociales que han ayudado a propagar algunos economistas neoliberales y políticos de la oposición. Los datos la desmienten rotundamente. En 2022, se crearon 228.200 puestos de trabajo en el sector privado y 50.700 en el público. Por tanto, el empleo generado en el segundo solo fue el 18,2% del total originado.

2) La mayoría de los nuevos asalariados con contrato indefinido son fijos discontinuos. La supresión del contrato de obra y servicio y la estricta limitación del temporal ha impulsado la figura de los fijos discontinuos. En 2022, el número de trabajadores afiliados a la Seguridad Social con dicha vinculación a las empresas aumentó en 452.163, pasando de 381.485 a 833.648.

No obstante, los que están trabajando solo han incrementado en 220.800, pues en diciembre de 2021 eran 373.400 y en el mismo mes de 2022 ascendían a 594.200. En la última fecha, los 239.448 que no ejercían su profesión esperaban que la empresa que les ha contratado les llamara para incorporarse a su puesto de trabajo o buscaban otra ocupación. En el primer caso, en la Encuesta de Población Activa, no figuraban como asalariados, sino como inactivos. En el segundo lo hacían como desempleados.

Por tanto, entre diciembre de 2021 y 2022, el número de fijos discontinuos ocupados aumentó en 220.800. Un guarismo que solo representa el 13,9% de los puestos de trabajo generados durante el pasado año en la categoría de asalariado con contrato indefinido.

En definitiva, la evolución del mercado laboral en 2022 tuvo luces y sombras. No obstante, las primeras fueron más relevantes que la segundas, especialmente si tenemos en cuenta la desfavorable coyuntura económica internacional. Por el lado positivo, destacaron el elevado aumento del número de asalariados fijos y el gran crecimiento de la tasa de empleo juvenil. Por el negativo, la destrucción de ocupación en el segundo semestre y la disminución de la cifra de autónomos en el conjunto del ejercicio.

No obstante, ni una gran proporción del empleo creado fue público ni la mayor parte de los nuevos asalariados con contrato indefinido eran fijos discontinuos. Ambas afirmaciones son falsas y tiene como objetivo modificar la percepción de la población sobre la situación del mercado de trabajo en 2022. A pesar de ello, es indudable que este continúa teniendo numerosos problemas pendientes de resolución. Una situación que lo convierte en una negativa excepción dentro de la UE.