El reelegido presidente de ERC, Oriol Junqueras, ha rebajado su tono de oposición a cualquier pacto con el PSC, acercándose así a la línea del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, que, tras un firme rechazo inicial a llegar a acuerdos con los socialistas, hace semanas que aceptó explorar la posibilidad de aceptar los continuos ofrecimientos del PSC para aprobar los Presupuestos catalanes.
En una entrevista en TV3, Junqueras reconoció que “aprobar unos Presupuestos es mejor que no aprobarlos” y ya no habló, como había hecho días antes, de que prefería la prórroga a un acuerdo con los socialistas. Aunque insistió en que la prioridad era aprobar las cuentas con Junts per Catalunya, se abrió al pacto con los socialistas con la condición de que el PSC dé “pasos para reconciliarse con el 80% [de la sociedad catalana] que quiere el final de la represión”. “Cuando el PSC dé pasos en esta dirección, seguro que hay muchas cosas sobre las que nos podríamos poner de acuerdo”, añadió.
Esta condición puede ser una manera de suavizar el efecto de su marcha atrás, pero indica también que Junqueras sigue instalado en su mundo virtual. En primer lugar, ese 80% de supuestos partidarios del referéndum de autodeterminación o de “contrarios a la represión” no es real, por más que se repita cada día, como ocurre con la “mayoría del 52%”. En segundo lugar, Junqueras olvida que el PSC ganó las últimas elecciones autonómicas con casi 50.000 votos más que ERC y en la última encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) de la Generalitat saca cinco diputados más que los republicanos (35-41 frente a 30-36). Este sondeo, el primero del CEO tras la ruptura del Govern, amplía la ventaja socialista que ya detectó la encuesta de El Periódico del 16 de octubre.
Esto quiere decir que la reconciliación del PSC con la sociedad catalana parece que es mayor que la de la propia ERC, por lo que la superioridad moral y la condescendencia de Junqueras hacia los socialistas no están en absoluto justificadas. Otro dato que desmiente la afición del líder de ERC a tomarse la parte por el todo es que, en la misma encuesta del CEO, quienes se oponen a la independencia superan en 8,5 puntos a los partidarios (50,1% están en contra por 41,6% a favor). El porcentaje de favorables solo es siete décimas mayor que el más bajo registrado en todo el procés (40,9% el pasado mes de julio).
En cualquier caso, la disposición de ERC a hablar con el PSC sobre los Presupuestos, si se confirma, es un ejercicio de realismo porque Aragonès ya ha tenido tiempo en los días transcurridos desde la ruptura del Govern de darse cuenta de que gobernar con 33 diputados sobre 135 es una quimera. Descartada la CUP, a ERC no le basta con los Comuns para sacar adelante leyes o decretos y más cuando las relaciones entre Esquerra y Junts empeoran, como pudo verse en el pleno del Parlament del miércoles.
ERC y Junts se enfrentaron a propósito de los resultados de la mesa de diálogo con el Gobierno. Aragonès emplazó a sus exsocios del Govern a esperar al 31 de diciembre para hacer un balance, del que ya adelantó lo que, en su opinión, son algunos avances, como “el reconocimiento del conflicto”, la decisión de no recurrir la ley del Parlament sobre las lenguas en la escuela y “un acuerdo sobre el ámbito de la desjudialización”.
Sobre la desjudialización, en la que se incluye la reforma del delito de sedición, parece que las conversaciones entre el Gobierno y ERC están avanzando porque, si no, no se entendería la seguridad con la que el presidente de la Generalitat pronosticó un balance positivo de la mesa de diálogo a final de año.
La radicalización de Junts en su nuevo papel de oposición hace muy difícil que el partido de Jordi Turull y Laura Borràs vote los Presupuestos de ERC, aunque fueran elaborados por el conseller Jaume Giró. Por eso, la única salida que le queda a Aragonès es el pacto con el PSC, ahora que Junqueras ha levantado el veto y ya no defiende la prórroga de las cuentas, que significaría perder los 3.000 millones de incremento que fija el actual anteproyecto.