Acabamos de ver resultados trimestrales de los bancos donde hemos visto ganancias milmillonarias, superiores a las del año pasado y con buenas perspectivas para los próximos trimestres. El Gobierno ya les ha castigado preventivamente con un impuesto especial, nada más populista que cargar contra la banca, pero ¿tenemos claro si la banca gana mucho o poco dinero?
Desde el Renacimiento, cuando se supone nació la banca en Génova y en otras repúblicas italianas, los bancos han ganado dinero prestándolo a terceros de quienes cobraban intereses. El dinero que prestaban era o suyo o de otros clientes a los que les pagaban también intereses, pero menores. Y si los clientes no devolvían el dinero, eran los bancos quienes lo tenían que reponer, quebrando en caso de no poderlo hacer, perdiendo su capital los accionistas y gran parte de los depósitos los clientes. La función transformadora del dinero de los bancos, movilizándolo de quien le sobra a quien lo necesita, ha sido el pilar fundamental sobre el que se ha edificado una industria imprescindible en nuestro sistema económico, tanto que con el paso del tiempo se ha convertido en una actividad fuertemente regulada y supervisada.
Los bancos han evolucionado y ya no solo prestan dinero y constituyen depósitos, sino que invierten para sus clientes, han creado productos más y más complejos, apareciendo los créditos documentales, los fondos de inversión, los planes de pensiones, las tarjetas de crédito y una miríada de productos que les generan margen y comisiones, pero la esencia del negocio de la banca comercial era, y es, prestar dinero.
Desde la crisis que comenzó en 2007 el paradigma para incentivar la economía ha sido rebajar los tipos de interés, tanto que durante años han estado en cero o incluso han sido negativos, algo realmente anómalo. En esta circunstancia los bancos no han podido ganar dinero a través de su función transformadora y por eso les hemos visto proponiéndonos financiar teléfonos o televisiones, vendiendo seguros o colocándonos planes de pensiones y, además, nos han cobrado comisiones por todo. Y ahora que los tipos vuelven a valores normales poco a poco la actividad bancaria clásica está cobrando más relevancia.
La capacidad de marcar diferencias entre los tipos de interés que cobran y pagan los bancos es muy diferente según el país que consideremos. En España, uno de los países con bancos muy competitivos, la rentabilidad de los créditos es inferior al 2%, en Estados Unidos supera el 6% y en México se acerca al 12%. El motivo de estas diferencia radica en la estructura y sobre todo los hábitos de cada mercado porque a pesar de la relevante concentración bancaria en España, la competencia real es mucho más agresiva que en otros países como bien demuestra la baja rentabilidad de los créditos.
Nos cansamos de decir que los bancos tienen que ser sólidos y tenemos razón, no podemos dudar de la solvencia de los bancos. Pero para que sean solventes solo hay una receta, ganar dinero. Una buena parte de los beneficios se retiene en el balance de los bancos pues, ni mucho menos, se reparten íntegramente entre sus accionistas. Normalmente retienen alrededor del 50% para generar reservas para los tiempos malos. Y, además, deben ser atractivos para los accionistas para poder incrementar su capital en caso de necesidad. Si un banco necesita más capital y no resulta atractivo para los inversores solo tiene una salida, venderse antes de entrar en quiebra o requerir un rescate. Hace unos años lo vimos con las cajas de ahorro, que carentes de mecanismos de recapitalización tuvieron que ser rescatadas o por el Estado o por otras entidades más solventes que las absorbieron.
Desde la crisis de 2007 los bancos están mucho más capitalizados y ahora vemos que sus ratios de capital superan el 12%. Y ese capital hay que retribuirlo, como poco por encima de su coste, aproximadamente un 10%, cosa que todavía son pocos los bancos que lo logran. Los bancos deberían ganar al menos un 10% sobre su capital para ser atractivos para los inversores y, por tanto, solventes en cualquier escenario. De momento, su valor en bolsa no logra ni siquiera empatar con su valor contable, lo cual quiere decir que no ganan lo suficiente para atraer accionistas. Sí, los bancos, técnicamente, todavía ganan poco dinero.
Y para tranquilidad de los populistas, los bancos ya no pertenecen a señores con chistera que fuman puros habanos. El mayor por su negocio en España cuenta con más de 600.000 accionistas, siendo el primero una fundación que reinvierte lo que recibe en la sociedad, con un compromiso tan alto que cuando no recibe dividendos tira de su capital. Y el segundo es el Estado, a quien también le conviene que este banco gane dinero (y todos los demás porque así recauda impuestos y, además, se mantiene el empleo y se realizan inversiones). Finalmente, además de muchísimos accionistas minoritarios, hay fondos nacionales e internacionales que invierten dinero de terceros, en su gran mayoría también particulares, muchos de ellos a través de fondos de inversión o planes de pensiones. El resto de bancos españoles no cuentan entre sus accionistas con fundaciones o el Estado, pero tampoco tienen accionistas individuales de referencia, ricachones que caricaturizar. El mundo ha cambiado mucho, muchísimo, aunque algún político parece que no se haya enterado. Hoy los ricachones son los creadores de los oligopolios digitales, no los accionistas de los bancos. Algunos, como el hombre más rico del mundo, fuma marihuana según él mismo ha dicho en lugar de puros habanos. Pero es más fácil meterse con un banco que con Tesla, Amazon o Google, lo mismo que es más sencillo subir la carga impositiva a quien tiene nómina que a quien no la tiene.
Cuando los bancos no ganan dinero es cuando nos tenemos que preocupar, cuando lo ganan es, simplemente, que el sistema funciona.