Hace unos meses, Facebook anunció que quería posicionarse como empresa líder en el metaverso cambiando incluso su nombre de Facebook a Meta y presentándolo como un nuevo mundo digital en donde prácticamente podremos hacer de todo. Las acciones de Meta han caído un 40% desde entonces.
A muchas personas esto les parece ciencia ficción porque ¿para qué sirve un ciberespacio para hacer cosas que podemos hacer en el mundo real? En este sentido, recientemente, Tim Cook, CEO de Apple, ha dicho: “No estoy seguro de que una persona normal pueda decirte qué es el metaverso porque la realidad aumentada se puede usar para cosas buenas, pero no creo que quieras vivir toda tu vida de esa forma”.
Desde mi punto de vista las aplicaciones del metaverso se basarán en dos ventajas: la primera es que aún no podemos teletransportarnos, pero sí globalizar la telepresencia en estos ciberespacios en tiempo real e interactuar con cualquier persona del mundo sin movernos. Eso nos permite tener acceso a personas y conocimiento salvando barreras como el idioma (nos podría traducir), la inmovilidad (por enfermedad por ejemplo) o las propiamente físicas (encontrarnos y formarnos con cualquier persona del mundo). La segunda es que probar cosas en un entorno digital es mucho más barato y menos arriesgado que en el mundo físico, sea una intervención quirúrgica, un plan de emergencias o un nuevo montaje industrial. Es decir, las aplicaciones son y serán entornos colaborativos industriales, educativos, comerciales o experienciales en donde simular experiencias que en la realidad serían muy caras y que conectan personas o empresas a distancia, y serán la antesala para predecir, probar y diseñar grandes avances.
¿Por qué ahora? El metaverso no deja de ser una evolución de internet aplicando nuevas tecnologías que nos permiten pasar de las 2 dimensiones del mundo actual de internet a un entorno digital en 3D inmersivo como si fuera real que irá mejorando progresivamente. Hoy las tecnologías de realidad aumentada y virtual han madurado además de otras como las tecnologías de conectividad, de procesamiento y almacenaje de datos, la inteligencia artificial, el blockchain o de diseño y emisión de contenidos, todas ellas necesarias para hacer posible que este ciberespacio sea cada vez más inmersivo, más sensorial y que por tanto pueda tener más aplicaciones. La mejora es continua y seguirá siéndolo adoptando progresivamente otras tecnologías que están por venir como el 6G y el avance de la supercomputación además de tecnologías sensoriales y emocionales, entre otras.
¿Qué podemos hacer? Hoy por hoy lo que existen son protometaversos, mundos sintéticos o entornos colaborativos con aplicaciones concretas, la gran mayoría de ellas relacionadas con el ocio y el entretenimiento. Los early adopters y sus primeras aplicaciones vienen o bien del mundo del de las industrias experienciales, de la educación o de los entornos de testeo industriales.
Empieza a haber metaversos para todo y para todos, algunos con más utilidad que otros, más evolucionados que otros y más marquetinianos que otros. Es decir, hay entornos digitales con gemelos digitales o entornos colaborativos digitales para hacer pruebas de procesos de una empresa industrial que ayudan a la toma de decisiones a medio-largo plazo. También los hay que sirven para la venta de productos, destinos turísticos como las fiestas del Pilar o buscar pareja sea humano o avatar.
¿Que nos depara el futuro metaverso y a qué coste? China ya tiene una Comisión público-privada de política industrial para el diseño del Chinaverse, un metaverso industrial en donde sus empresas puedan tener gemelos digitales. En un futuro habrá muchos metaversos con tecnologías y datos intercambiables y necesitaremos mayor grado de alfabetización digital porque se espera que en 2024 mueva 80.000 millones de dólares por no decir las consideraciones ambientales. Solo un dato: media hora de streaming equivale a la emisión de 1,6 kilogramos de CO2. En innovación no siempre el que se pone primero es el que se lleva el mercado y por eso es posible que Meta se quede sin verso.